Opinión

Los efectos colaterales de la corrupción

Un mal sueño” confesaba abiertamente Fernando Martínez Maíllo a las pocas horas de conocerse la detención de Ignacio González y otros ex altos cargos del Canal de Isabel II. Las  noticias sobre la detención del ex presidente del gobierno de Madrid y ex vicepresidente con Esperanza Aguirre, Ignacio González,  han provocado que de nuevo el PP se presente ante la opinión pública como el partido que anida a docenas de corruptos y que, lo que es más grave, ampara y ha amparado a la mayoría de ellos.

Es un mal sueño para el coordinador general del PP porque el partido sufre una absoluta convulsión interna y una fuerte dosis de descrédito por delitos cometidos hace años por personas que ya no tienen poder ejecutivo en el partido. Mal que le pese a Maíllo hoy la sombra de la corrupción se ha asentado sobre la sede del PP, y él lo sabe. Y tanto Maíllo como los actuales dirigentes del PP consideran que sufren una situación injusta. Entre otras razones porque  a Rajoy no le ha temblado la mano para dejar caer a muy altas torres incursas en casos de corrupción;  y porque las iniciativas judiciales contra González, investigado desde hace tiempo, recibieron un importante impulso cuando la sucesora de González en la presidencia del gobierno madrileño, Cristina Cifuentes, envió a la Fiscalía el informe que ordenó elaborar cuando el nuevo responsable del Canal de Isabel I, nombrado por ella, detectó irregularidades y Cifuentes encargó un análisis en profundidad de las cuentas de esa entidad pública sobre la que existían sospechas de malversación desde hacía mucho tiempo. 

Es también un mal sueño porque los episodios que salen ahora a la luz con toda su crudeza, impiden que los ciudadanos valoren el trabajo realizado por el equipo de Rajoy para erradicar la corrupción:  nuevas leyes de financiación de los partidos, prohibición de donaciones a partidos por parte de  personas jurídicas, y con cantidades limitadas para aquellas que puedan hacerlas. Más control del Tribunal de Cuentas, prohibición de que entidades públicas financien a  fundaciones vinculadas a los partidos, prohibición de condonar deudas a los partidos o de concederles créditos en condiciones más ventajosas que las del mercado, endurecimiento de las penas para los corruptos, regulación de la Ley de Contratos …. La lista es muy amplia y el PP se sentía orgulloso de ella.  Quería presentarse como el partido implacable contra los corruptos … pero esa imagen ha saltado por los aires y, hoy, el dedo acusador le llega de todas partes. Incluido el socio de Cifuentes en Madrid, Ciudadanos, que ha dicho que Cifuentes  está obligada a dimitir sin tener en cuentas que ha sido ella la que ha impulsado la detención der González y de una veintena más de personas  que formaron parte de su círculo familiar, amistoso … y político.

DAÑOS COLATERALES

La presunta corrupción de antiguos dirigentes del gobierno madrileño y del Canal de Isabel II no se ha circunscrito al ámbito político en exclusividad, sino que sus consecuencias han alcanzado a empresas de gran prestigio,  algunas de ellas en lugar de honor en el Ibex 35.  Que miembros de la UCO, de la Guardia Civil, hayan entrado con orden judicial en auténticos templos empresariales para registrar los despachos de sus presidentes y consejeros delegados,  no solo ha tenido repercusión importante en la bolsa, sino que ha convulsionado el mundo de la economía, en el que proliferan los personajes que se consideraban “intocables”. El auténtico poder, los que consiguen cambiar gobiernos o dañar las estructuras del Estado. 

Y  también ha afectado la operación Lezo al mundo de la comunicación, con la imputación del conocido y polémico periodista Francisco Marhuenda y del presidente del periódico La Razón, que tuvieron que comparecer ante el juez para explicar su relación profesional con Cristina Cifuentes, a la que supuestamente presionaron para que no enviara al fiscal el informe sobre el Canal.  

Tanto ante el juez como ante los periodistas aseguró Marhuenda que nunca se había producido esa presión ni la publicación de noticias falsas para intentar desprestigiar al gobierno madrileño, pero la comparecencia demostró  la fuerte rivalidad que existe entre distintos  medios de comunicación,  que no dudaron en publicar transcripción de conversaciones  que dejaban en situación incómoda a quienes utilizaban un vocabulario coloquial que, puesto negro sobre blanco, resultaba hiriente, cuando no grosero.  Será al juez quien pronuncie la última palabra, pero es evidente que en el caso Lezo no solo González  sus más directos colaboradores, y algunos importantes empresarios, saldrán “tocados”  aunque se archiven las causas que hoy tienen abiertas.  Una vez más la filtración de sumarios secretos hace el papel que quieren  que haga aquellos –personal de la Justicia- que los filtran.

 Javier López Madrid es sin duda el personaje que provoca más interés, por no decir lo que verdaderamente provoca, morbo. Yerno de Villar Mirar y consejero delegado de sus empresas,  lleva dos años complicados porque no solo ahora tiene problemas con la Justicia –ha aprendido a golpes que acudir al polémico comisario Villarejo para solucionar problemas tiene graves consecuencias- , aunque ahora su situación es más delicada. Ha pasado la noche del jueves al viernes  en un calabozo,  a pesar de ser uno de los hombres más  influyentes de la vida empresarial y social española.  

También sale mal parada de esta operación Lezo Esperanza Aguirre, uno de los personajes más relevantes del PP, con más amplia trayectoria, que en algún momento tuvo un respaldo considerable de militantes y dirigentes del PP que la animaban a optar a la sucesión de Rajoy cuando perdió en el 2008. No es hoy un juguete roto porque siempre ha sabido encontrar fuerzas para salir adelante cuando se encontraba más debilitada, pero  su carrera queda definitivamente truncada para ser nuevamente candidata a la alcaldía de Madrid, como esperaba. 

Su pecado, no haber hecho caso, durante años, a quienes la alertaban sobre los negocios poco claros de  Francisco Granados y de Ignacio González. Del primero no tanto, pero del segundo ponía la mano en el fuego. Y nunca, nadie, le puso delante nada que hiciera pensar que su hombre de absoluta  confianza, su vicepresidente, era persona de no fiar.

¿Y RAJOY?

“¿Qué más puede hacer el presidente en este momento, matar a Nacho? –dice conmocionado un dirigente del partido-. Ha procedido a la suspensión inmediata de militancia en el partido. No se debe ir más lejos hasta conocer las decisiones del juez”. Sin embargo la oposición, unánimemente, señala a Rajoy. Es su obligación. 

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