Opinión

El himno

Algo se ha hecho muy mal en este país, cuando sistemáticamente se pita el himno en la final de la copa del Rey o en muchos de los otros acontecimientos. Algo se ha hecho pésimamente mal cuando no existe ningún tipo de sentimiento patrio, cuando se abuchea al  Jefe del Estado, cuando el rechazo a los políticos, a los partidos, al gobierno, al sistema, se  intenta demostrar con el abucheo al himno y a la bandera. 

En todo país serio, por encima de las discrepancias políticas o  de la animadversión al gobierno de turno,  los símbolos del Estado no se tocan.  Son elemento de unión por encima de cualquier circunstancia,  sacan a flor de piel los mejores sentimientos. Es inaudito que en determinadas ocasiones –los atentados de París, por ejmplo- se vieran españoles llorando con los sones de la Marsellesa, y sin embargo los pocos españoles que se conmueven al escuchar la Marcha Real, poco menos que se esconden para que nadie descubra sus emociones.

¿Será consecuencia de la guerra civil? Puede, pero han pasado décadas y se tendría que haber superado. También los americanos tuvieron su guerra civil y aunque infinidad de sureños guardan  la bandera confederada,  vibran con las barras y estrellas. ¿Será que la España autonómica ha dado tanto protagonismo  a sus banderas  que se han devaluado los símbolos de todos? Es lo más probable, como también influye que el himno no se pueda cantar, no hay letra que lo acompañe.

Duele que la mayoría de los ciudadanos se sientan indiferentes ante aquello que simboliza más que cualquier otra circunstancia el sentimiento nacional, como duele la falta de respeto al Rey,   elemento fundamental  de convivencia pacífica. Lo es el Rey Felipe como lo fue el Rey Juan Carlos. Este último tuvo que demostrar  en infinidad de ocasiones, todas ellas difíciles,  que por encima de las discrepancias políticas y sociales existían unas señas de identidad  comunes a todos los españoles. 

Hay fórmulas para impedir los pitos al Rey y al himno en una final de fútbol o en  otro acontecimiento deportivo, cultural o social. Desde las multas a poner el himno con un volumen tan ensordecedor que los pitos desaparecen;  incluso se puede sustituir por otra marcha que no provoque rechazo. Pero ninguna de ellas es aceptable. Lo que tendrían que hacer los personajes públicos de este país, desde los políticos hasta cualquiera de los que provocan admiración en el mundo de la cultura, de la ciencia, del espectáculo, es colocarse en la cabeza de la manifestación y expresar su afecto y respeto al himno nacional y a la bandera en acontecimientos  de especial simbolismo. Sin distinciones ideológicas, sin recelos, sin miedo a calificativos despectivos –facha, por ejemplo-  por  demostrar emociones patrióticas.  Como hacen personajes de todo el mundo independientemente de su tendencia política o su actividad.  Sin embargo,  imposible siquiera plantearlo. 

Spain is different … pero en este apartado, para mal.

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