Opinión

El mejor embajador, el rey

Los titulares se los ha llevado el discurso de Westminster  en el que D. Felipe expresó su deseo de que se llegue a una solución sobre el problema de Gibraltar  abordando el conflicto a través del diálogo, también provocó titulares todo lo relacionado con el "brexit" y el deseo de que no perjudique los derechos de los ciudadanos españoles que viven en el Reino Unido ni a los empresarios con presencia en ese país, y provocó titulares el fastuoso vestido de Doña Letizia en la cena de Buckingham Palace , que incluso tuvo gran espacio en el Times aunque ese periódico no suele entrar en ese terreno y da prioridad a las cuestiones políticas.

Consideraciones protocolarias al margen, que fueron espectaculares como ocurre cuando la reina Isabel recibe oficialmente a jefes de Estado, y consideraciones de vestimenta aparte aunque también tienen su papel en un viaje de Estado, la visita  a Londres ha demostrado que el rey es el mejor embajador de España. Lo fue el rey Juan Carlos y no era fácil para D. Felipe mantener el nivel, porque no cuenta con los contactos internacionales con los que contaba su padre cuando fue proclamado rey, no se había convertido en un referente mundial al capitanear una Transición que sorprendió a la diplomacia a los gobiernos de todas las latitudes, y porque además solo han transcurrido tres años desde que accedió a la Jefatura del Estado.  

Sabiduría política
Sin embargo, en tan breve espacio de tiempo, ha demostrado que conoce a fondo la política internacional, que su carácter abierto y cercano le convierten en un personaje que atrae a sus interlocutores sean de la ideología que sean, que transmite con absoluta convicción lo que defiende el gobierno –hasta ahora solo el del PP, el único que ha gobernado desde que es rey-, y que supo mantener un papel de absoluta neutralidad durante los meses, casi un año, que en España había un gobierno en funciones y había que actuar con la máxima prudencia para que nadie pudiera pensar que la Corona miraba con más o menos simpatía a los posibles candidatos a convertirse en jefes de gobierno. 

Esa fue la razón por la que tuvo que aplazarse en dos ocasiones el viaje al Reino Unido, ya que en ese tipo de visitas oficiales el rey defiende la posición del gobierno. De hecho, los discursos los prepara el gobierno, al igual que el Discurso de la Corona de la reina Isabel II recoge el programa del gobierno. 
En Londres el rey cumplió con una doble vertiente: por una parte, la principal, como Jefe de Estado; por otra, como familiar cercano de los Windsor. El rey Juan Carlos desciende de la Reina Victoria al igual que  Isabel II, a la que trata de “prima”, y la reina Sofía es prima del Duque de Edimburgo. Las dos familias se han tratado mucho, se conocen bien –la reina Isabel  por ejemplo fue informada por D. Juan Carlos de que se iba a producir su abdicación- y para demostrar esa cercanía el Príncipe de Gales se empeñó en que D. Felipe y Doña Sofía tomaran el té en su residencia de Clarence House con él y con su esposa Camilla, lo que no es habitual con un visitante extranjero, solo con aquellos con los que son muy especiales los lazos personales.  
Los reyes siempre estuvieron acompañados de algún miembro de la Familia Real británica en todos y cada uno de sus desplazamientos.  

Independientemente de estos gestos de familiaridad que quisieron poner de manifiesto los Windsor, donde se visualizó con toda su amplitud que el rey es el mejor embajador de España, fue en el discurso que pronunció D. Felipe en Westminster ante la Cámara de los Lores y de los Comunes, miembros del gobierno con Theresa May a la cabeza y un número importante de destacadas personalidades británicas y españolas. Fue en ese lugar donde, como había hecho su padre 31 años antes, el rey Felipe se refirió al contencioso de Gibraltar, recibiendo unos aplausos que solo fueron de cortesía. No gustaron a los asistentes británicos sus palabras porque ponía el dedo en la llaga; fue también en Westminster donde el rey Felipe mencionó la nueva situación que ha producido el "brexit". Respeta el resultado del referéndum, lo dejó muy claro, pero dejó muy claro también la vocación europea de España y por tanto el desacuerdo con que el Reino Unido haya decidido abandonar el proyecto que representa la Unión Europea.

La marca españa
Desde que fue proclamado rey D. Felipe se ha volcado en potenciar la presencia de España en el exterior. Con viajes de Estado, viajes que pueden considerarse sentimentales, y viajes de importante perfil económico. Entre los sentimentales, aunque también con una importante carga económica, se encuentran los de Portugal –primer viaje de D. Felipe como rey- y los realizados a Iberoamérica. Portugal no es solo el país vecino y un país muy cercano en los afectos, sino que las relaciones de la familia Borbón con Portugal tiene unas connotaciones bien conocidas, allí vivió D. Juan y su familia durante décadas y además de los lazos institucionales los personales son de una solidez absoluta. Nunca D. Felipe ha residido en Portugal, pero ha querido insistir en esos sentimientos que en el pasado, en situaciones delicadas, la intervención de su padre fue clave para superarlas.

Como ocurre con Marruecos, el segundo país que apuntó el rey Felipe en su agenda de viajes internacionales. El rey Felipe y Mohamed V se conocen desde niños y esa relación personal es básica para limar asperezas. Que afortunadamente no se producen desde hace tiempo, nunca las relaciones de colaboración entre Marruecos y España han sido tan estrechas como en este momento. Les ha unido la preocupación por el terrorismo yihadista y la necesidad de controlar la inmigración masiva hacia España, colaboración que se ha traducido en actuaciones en origen y, lo más importante, inversiones en Marruecos para crear puestos de trabajo.

El mejor embajador es el rey, se escucha desde hace muchos años en los despachos de gobernantes y de los grandes y medianos empresarios. Entre los muchos retos de D. Felipe estaba conseguir que esa frase siguiera en boca de los españoles que conocen la importancia de tener presencia en el exterior. Ese empeño lo está superando con éxito,  y en  escaso margen de tiempo se ha entrevistado con los dirigentes más importantes del mundo. Incluido el presidente de Estados Unidos.

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