Opinión

El taxi pierde la razón

Los taxistas, mal dirigidos por líderes que no merecen serlo, y abrazando la violencia como la metodología con la que defender sus derechos, han perdido la razón que le daban la mayoría de los españoles. Su fuerza era el incumplimiento de la ley por parte de los VTC, pero su debilidad ha sido, es, la violencia con la que actúan: no se puede sentir simpatía por unos energúmenos.

En Barcelona la alcaldesa Colau, que no quiere problemas cuando faltan cuatro meses para unas elecciones, ha llegado a un acuerdo con los taxistas que hunde a las VTC, las deja sin salida. Perjudica a los empresarios de esos coches con conductor,  pero también  lleva a la ruina a esos conductores. Porque la desidia del gobierno actual, incapaz de conseguir un acuerdo que convenga a todas las partes y, lo que es más grave, incapaz de hacer cumplir el acuerdo al que se  había llegado con el gobierno anterior, deja a los taxistas, como repiten, “sin pan para nuestros hijos”. Pero también los conductores de los VTC pueden decir lo mismo.  

Es por tanto un grave problema en el que no hay buenos y malos, pero si la batalla de la opinión pública la tenían medio ganada los taxistas, la violencia con la que dicen ahora defender sus derechos, más la tendenciosidad de algunos de sus dirigentes, está cambiando las tornas.

¿Por qué, tras varios días de bloquear Madrid,  escrachean  la sede del PP cuando los antidisturbios les desalojan de la Castellana, vía fundamental  de Madrid? ¿Por qué  no la del PSOE, cuando es el gobierno actual en el que no hace cumplir la ley? ¿Por qué un dirigente del  taxi arremete contra el ministro Marlaska diciendo que es incomprensible que un  ministro gay y de izquierdas reprima al pueblo? ¿Qué pasa, que para ese dirigente ser gay y de izquierdas es garantía de apoyo a un movimiento reivindicativo? O, lo que es lo mismo, ¿considera ese líder que la derecha heterosexual no puede defender a los trabajadores ?

Si confunden a  propios y extraños con  argumentos estereotipados se comprende que empiece a calar el rechazo al taxi, cuando tenía todas las simpatías. Y más todavía cuando empiezan a aparecer los datos reales sobre  lo que han perdido desde la aparición de las VTC.  Las cifras oficiales, las de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, echan abajo la idea de que la carga impositiva de los taxis es muy superior a la de las VTC cuando es exactamente lo contrario, o que la pérdida de  ingresos respecto a años anteriores es brutal,  cuando en realidad ronda el 3 por ciento.  

El mismo porcentaje de pérdida de valor de las licencias, cuando los taxistas mencionan porcentajes de dos dígitos. No hay peor método para defender una posición que tergiversar las cifras,  elegir mal a los portavoces… y apostar por la violencia.

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