Opinión

Elecciones

Elecciones. Es la palabra de moda en el último cuarto de hora, sustituye al número 155 y a las siglas DUI, después de pasar por sedición, legalidad, diálogo, internacionalización y violencia, que se han repetido hasta la saciedad cuando saltó a la palestra otra palabra muy pronunciada, "procés".  

Casi todo el mundo se inclina por unas  elecciones adelantadas en Cataluña, porque piensan que solucionarían muchos de los problemas actuales, el principal de ellos que el parlamento catalán quedaría disuelto. Aunque es como si lo estuviera, porque los independentistas han decidido mantenerlo inactivo  para impedir así que los constitucionalistas tengan un foro con el que lanzar sus discursos adversos a la independencia. Sin embargo la Forcadell puede volver a abrir sus puertas cuando Puigdemont lo considere conveniente, si es que Puigdemont se va a mantener mucho tiempo al frente de la Generalitat, que está por ver. 

El 155 está en marcha y de Puigdemont depende que se concrete con un decreto que aprobará el Senado. Decreto que reduciría a Puigdemont, por cierto, a un señor con despacho en la Generalitat, pero sin mando en plaza, que sería asumido por el gobierno central ya que lo que dice el 155 es precisamente que el Estado asumiría las competencias que un gobierno autonómico no asume con la necesaria responsabilidad. La incógnita está en saber si finalmente Puigdemont va a dejar en manos de Rajoy que active el 155 si él se empeña en la independencia… o que sea Puigdemont quien convoque elecciones para paralizar el 155. Es lo mejor que le podría pasar a Rajoy porque se quitaría muchos problemas de encima, pero no es lo mejor que le pasaría a Puigdemont, y sus servicios jurídicos seguramente le han alertado sobre las consecuencias: habrá elecciones como él pretende, pero todo lo relacionado con ellas estarán bajo el dominio de la Junta Electoral Central. Debe asegurar  que se cumplen los plazos marcados por la Constitución, las condiciones exigidas para proclamar candidatos, regular la propaganda electoral, los espacios en los medios públicos de comunicación, garantizar la igualdad de oportunidades para todos los candidatos y que el día de autos los votantes no se vean presionados ni amenazados a la hora de acercarse a las urnas. 

Tal como se están comportando los independentistas parece difícil creer que aceptarán lo que marca la ley, así que la pulcritud de esas elecciones anticipadas, si las convoca ahora Puigdemont, peligra. Más sensato sería aprobar el 155, que se inicie un periodo de gobierno dirigido desde Madrid l que traiga un poco de serenidad a la tensión actual, y solo después convocar unas elecciones que son necesarias. Por no decir inevitables. Pero con la convulsión actual, y sobre todo con el ánimo independentista de mantener la convulsión actual, unas elecciones a corto plazo no son la solución más sensata. Aunque tampoco otras salidas políticas provocan excesivo entusiasmo: el futuro es complicado.

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