Opinión

Elogio de España

No quiso el Rey meter el dedo en la llaga y, esta vez, dejó de lado las críticas directas al independentismo, contra el que había arremetido tras los graves acontecimientos del 1 de octubre; críticas que exacerbaron los ánimos del entorno de Puigdemont y Junqueras en aquellos momentos, que no dudaron en alentar el republicanismo de sus seguidores. D. Felipe prefirió en esta ocasión poner el acento en los méritos de España y a los españoles, dando relieve a un país –que denostan los independentistas- que es ejemplo de libertad, solidaridad y apertura, destacando su apuesta europea, así como los logros de los últimos cuarenta años en los que se ha producido “La transformación más profunda de nuestra historia”. El Rey hizo un recorrido sobre los cambios que se han en España, hoy una nación incuestionablemente democrática. 

Un elogio, sin mencionarlo, a la Transición y al trabajo realizado por el Rey Juan Carlos, que precisamente el próximo 5 de enero cumple 80 años. Por deseo expreso de D. Felipe, el 2018 va a ser un homenaje continuado a su padre, que este año va a ser protagonista de diversas iniciativas que preparan instituciones y organismos privados. Quiere el Rey Felipe que se valore el trabajo de un Rey Juan Carlos que fue el principal impulsor de la España de libertades y que sin embargo, como la Monarquía, es denostado por parte de independentistas y republicanos de boquilla. 

El Rey, en sus referencias a Cataluña, pidió respeto a la pluralidad a aquellos que son mayoría en el nuevo Parlament; como pidió también que se recupere la serenidad, la estabilidad y el respeto que han sido símbolo del comportamiento de los catalanes, a los que puso como ejemplo de “capacidad de liderazgo y de esfuerzo, de espíritu creativo y vocación de apertura, voluntad de compromiso y sentido de responsabilidad”. Abogó expresamente por algo que comprende muy bien la sociedad catalana de hoy porque les preocupa, les angustia, “Que las ideas no separen a las familias y amigos”.

El discurso de Navidad de este año fue muy distinto a los anteriores, Cataluña obligaba a poner el acento en la gravedad de la situación provocada por el independentismo y sobre todo en la profunda quiebra social. Quiso además el Rey demostrar que es sensible a nuevos problemas como la violencia machista, sin renunciar a recordar dos asuntos más que alteran a la sociedad española y mundial, la corrupción y el terrorismo yihadista. Sin embargo D. Felipe prefirió en esta ocasión poner en valor todo aquello de lo que los españoles pueden sentirse orgullosos, aunque reconociendo que “no todo han sido aciertos”. 

Algunas de sus palabras podrían interpretarse como un apoyo a posibles reformas constitucionales: “Nadie desea una España para paralizada o conformista, sino moderna y atractiva, que ilusione. Una España serena pero en movimiento y dispuesta a evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos”. Palabras a tener en cuenta.

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