Opinión

El gran problema catalán

Lo suele decir Rajoy, tanto en público como en privado: el principal problema con el que se enfrentó en su primera legislatura fue la economía, tratar de aliviar la crisis y crear empleo; en este segundo mandato, su prioridad es neutralizar las maniobras de los independentistas catalanes para escindirse de España.  

Ha encargado a su mujer de máxima confianza en el gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que asuma esa responsabilidad además de las que ya tenía, liberándola de la portavocía del gobierno, pero el propio Rajoy está realizando gestiones personalmente, para escuchar puntos de vista sobre cómo respiran los catalanes, al margen de los datos que transmiten los independentistas, que aseguran que el 80 por ciento de los catalanes quieren que se celebre un referéndum y la inmensa mayoría de ellos están a favor de la independencia.

ERC. Esas son las siglas clave. Con un nombre como protagonista, Oriol  Junqueras, líder de ERC y vicepresidente de la Generalitat en virtud del pacto electoral por el que se creó Junts Pel Sí. En contra de lo que preveía Artur Mas cuando se vio obligado a renunciar a la presidencia de la Generalitat porque la CUP lo puso como condición para prestar su apoyo a la investidura, y en contra de la idea de  Mas de colocar en el Palau a un hombre  como  Puigdemont para capitanear junto a él mismo el proceso independentista, Puigdemont  ha demostrado ser un presidente pusilánime en todo excepto en reivindicar permanentemente la independencia, pésimo gestor, mal negociador,  y con pocas ganas de seguir peleando. Y en esa situación, la figura de Junqueras se ha disparado y las encuestas le colocan como el hombre con más posibilidades de  ganar las elecciones y convertirse en próximo presidente.

BÚSQUEDA DE INHABILITACIÓN 
Este escenario lo conocen perfectamente  Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría,  que mantiene conversaciones con Junqueras que sacan de quicio a Artus Mas y a Puigdemont, hasta el punto de que desde el entorno del ex presidente  se ha esbozado  una operación de neutralización que consistiría en encargar a Junqueras, como vicepresidente,  la preparación del referéndum –ilegal-. De esa manera se convertiría en hombre marcado por jueces y fiscales –como lo fue Joanna Ortega la anterior vicepresidenta- y podría ser inhabilitado para ocupar cargo público y se esfumaría la posibilidad de que fuera presidente de la Generalitat.  

Junqueras, ante la irritación de Mas, apenas se “moja” a pesar de que defiende el independentismo. Sin embargo,  lo que sí transmite a quien lo quiere oir es que su diseño de futuro pasa por varias fases. La primera, rebajar la tensión que se vive entre Cataluña y el resto de España; segunda,  la tensión que sufre la propia sociedad catalana; tercera, realizar una labor de gobierno que permita recuperar el prestigio de la Generalitat entre los ciudadanos de Cataluña y, con los años, preparar la convocatoria de una consulta previamente pactada con el gobierno para que sea legal, en la que ERC defendería la independencia. Actitud que no coincide, en nada, con “el procés” que capitanean Puigdemont y Artur Mas, asediados, agobiados, presionados y empujados por una CUP sin cuyo apoyo no habría más remedio que convocar  nuevas elecciones …y dar vía libre a que PDdeCat se convierta en un partido poco más que testimonial.
Cuando todo eso se plantea ya como el escenario posible, la Guardia Civil ha intervenido en varios centros oficiales y empresariales en su tarea de investigar todo lo concerniente a la llamada “trama del 3 por ciento”, de la que se habla desde hace años, que mencionó Maragall en una polémica intervención parlamentaria, y que es el baldón que arrastran Pujol y su equipo, del que formaba parte Artur Mas. 

Personalidades cercanas a Mas han sido detenidas, y tanto a Mas como a Puigdemont les ha faltado tiempo para declarar que eran víctimas de una operación del gobierno.  

IRRUPCIÓN DE PUJOL
Un gobierno que tiene preparada la respuesta que dará a la Generalitat si insiste en saltarse la legalidad. Mientras Sáenz de Santamaría mantiene abiertas todas las puertas para intentar que no se produzca la convocatoria, los ministros de Interior y de  Justicia han estudiado a fondo la situación para ver qué vías legales se pueden aplicar contra los insumisos. 

Catalá cuenta con todo el equipo del ministerio de Justicia. Zoido era un juez de prestigio en Sevilla antes de dar el salto a la política, convertirse en alcalde de la ciudad primero, presidente del PP andaluz después y, ahora, ministro de Interior. Los dos, y sus respectivos equipos, conocen del derecho y del revés el contenido del artículo 155 de la Constitución para aplicar en el caso de que un gobierno autonómico no cumpla con la legalidad, como conocen sus consecuencias, conocen la Ley de Seguridad Nacional y han estudiado a fondo lo ocurrido con  la consulta ilegal celebrada hace dos años y los errores cometidos. Entre las posibles respuestas se incluye la asunción por parte del gobierno de competencias que corresponden a la Generalitat.

En plena campaña de victimismo, se suceden varios acontecimientos que no dejan en buen lugar a los independentistas y a la Generalitat:  se conoce el contenido de varias conferencias del senador de ERC el juez Santiago Vidal, con datos sobre cómo el gobierno autonómico ha tomado iniciativas ilegales para asegurarse el camino hacia la independencia. Junqueras obligó a Vidal a renunciar a su escaño. Segundo,  se produce una enorme incomodidad social cuando Mas, que debe declarar ante el juez el lunes, promueve que los funcionarios no vayan a trabajar para expresarle su apoyo ante la sede del juzgado. Tercero, la intervención de la Guardia Civil  en su investigación sobre la trama del 3%  y, cuarta, una irrupción en ese complicado del expresidente Pujol. 
Jordi Pujol vuelve a protagonizar polémica a través de una información  publicada en La Vanguardia, al que no se puede acusar de hacer seguidismo con el gobierno de Rajoy sino que, por el contrario, durante años fue incondicional de Pujol y, cuando se inició la dinámica independentista se apuntó al derecho a recibir e hizo la ola a las iniciativas en ese sentido.

El diario publica la transcripción -con sonido incluido- de una reunión mantenida por  el expresidente con un grupo de jóvenes, a los que cuenta que había pactado con Mas que él se llevara “toda la mierda” de la corrupción y renunciara a sus privilegios de expresidente para salvar al partido, Convergencia. Da a entender que no le gustó la idea de que se reconvirtiera ese partido en PDdeCat, cree que Junqueras puede ser el próximo presidente de la Generalitat, y que Colau no es probable que lo sea, pero no imposible. 

Declaraciones que llegan en el peor momento. Cuando  Puigdemont, Mas y los independentistas se están jugando toda su estrategia.  En noviembre de 2015 consiguieron organizar una consulta, ilegal y con urnas de cartón. Ahora se encuentran con un Rajoy que ni se plantea permitir no ya un referéndum, sino un simulacro de aquella consulta.

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