Opinión

La madre del "Pescaíto"

Se retiró con su dolor las horas siguientes a conocer la peor noticia que puede recibir una madre y, al despertarse –si logró conciliar el sueño-, cogió el teléfono y habló  con Alsina. Para agradecer las muestras de apoyo  a ella y a su familia, que hasta el último momento se aferraron a la esperanza de que Gabriel apareciera vivo, y para pedir “que no se extienda la rabia, que no se hable de esta mujer más y que queden las buenas personas”.  Se refería Patricia a la pareja de su ex marido, presunta autora del asesinato de su hijo. E iba más allá, al afirmar que Ángel, su marido, era una persona “maravillosa” y  que estaba destrozado  porque “la mujer que quería”  había matado a Gabriel. 

Patricia Ramírez,  en estos diez días de angustia,  ha demostrado ser una mujer excepcional. Como su ex marido,  juntos  a pesar de su matrimonio roto  y, por lo que cuentan sus allegados, con una relación muy estrecha por el bien de su hijo,  que nunca sufrió las consecuencias  de la separación. Almorzaban los tres una vez a la semana, para que el niño comprendiera que por encima de la ruptura sus padres se sentían unidos  por  él.   Decía Patricia al teléfono  “Que nadie hable más de Ana Julia, que no aparezca en ningún sitio. Que pague lo que tenga que  pagar, pero que lo que quede de este caso sean las  buenas acciones que han salido por todos lados y han sacado lo más bonito de la gente”.

A nadie se le escapa que, con ese mensaje, Patricia no solo busca que se  superponga la imagen de su niño a la de su probable asesina, sino que trata también de paliar el sentimiento de culpabilidad que sin duda siente su ex marido, que fue quien la introdujo  en el círculo familiar.  Quiere  salvar a su ex marido con tanto empeño como quiere que se recuerde a su hijo: “Aunque no ha habido un final feliz, el Pescaito se nos va nadando hacia el cielo”.

Hay que ser una mujer excepcional para reaccionar de esa manera ante la muerte de un único hijo. Patricia y Ángel ya demostraron en los días terribles que siguieron a la desaparición que se trataba de una pareja fuera de lo común,  que no tenían más objetivo en la vida que hacer feliz a su hijo a pesar de su separación.  Esa unión, desgraciadamente poco habitual tras las rupturas,  sacó lo peor de una mujer  de la que se investigan sus antecedentes. 

Patricia es una  mujer  con una lucidez y una bondad que supera todo lo imaginable.  Como lo es su ex marido, hoy un hombre desgarrado por la pérdida  del hijo y por  haber puesto en su camino, sin saberlo,  a una persona sin escrúpulos. Decía Patricia que tiene que aprender de nuevo a andar. Es fuerte y lo conseguirá. Sin olvidar, pero volverá a andar.

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