Opinión

Mal finde para Pedro Sánchez

Al presidente del gobierno no le ha durado excesivamente el disfrute de las mieles propias del cargo, y antes de llegar a los cien días de gracia llegan las hieles.

El pasado fin de semana resultó especialmente amargo. Empezó con la polémica por el uso de un Falcon para acudir con su mujer al concierto de “The Killers” en el FIB de Benicassim, y continuó con la elección de Pablo Casado como presidente del PP y la defenestración de Marta Pascal al frente del PDeCAT.

Lo del Falcon es un error de libro, y no cuela que se trataba de un viaje oficial para ver a Ximo Puig que fue aprovechado para acudir al FIB. Fue exactamente lo contrario, y el presidente hizo un uso fraudulento de un avión que está para lo que está, no para caprichos. En cuanto al resultado de los congresos del PP y del PDeCAT, los dos auguran dolores de cabeza para Sánchez.

Porque si el nuevo presidente del PP deja de lado las servidumbres que les intentarán imponer sus aliados, fundamentalmente Cospedal, tiene todas las papeletas para relanzar el partido. El PP no estaba muerto, si no desmotivado, además de sufrir fuertes rivalidades personales. Casado ha empezado con buen pie, con muestras claras de respeto y afecto a Rajoy en su primera entrada en Génova como presidente (nada que ver con lo que algunos aliados de su candidatura expresaron en el congreso del partido) y con declaraciones en las que insiste e insiste en que va a dar prioridad a la unidad y la integración.

Para Sánchez es un problema esa integración porque fortalecerá al PP, pero es problema también que con Casado al frente de los populares se le acaba el recurso de atacar permanentemente al PP por la corrupción. Le queda el recurso del polémico master, algo que resolverán los jueces, pero no es lo mismo el master que trapichear con dinero público y llevárselo a casa. Y en ese negociado del trapicheo no está Casado, aunque sí personas del PP que pertenecen a la historia pasada. Al igual que ocurre en el PSOE, por cierto.

En cuanto a Cataluña, la caída de Pascal la ha provocado su empeño en apoyar la moción de censura a Rajoy incumpliendo las instrucciones de Puigdemont. Ahora es Puigdemont el que manda en el PDeCAT y es previsible que o bien Sánchez se tiene que ir olvidando de contar con los ocho votos independentistas, y necesita los ocho para aprobar cualquier iniciativa, o el precio que imponga Puigdemont por esos ocho votos pongan a Sánchez en la tesitura de aceptar lo que ningún presidente de gobierno puede aceptar porque va contra la ley y la Constitución. O bien se olvida de cumplir las promesas que presentó en el Congreso la semana pasada porque no cuenta con los votos necesarios.

Pedro Sánchez habrá disfrutado con el concierto de uno de sus grupos favoritos, pero le espera un calvario político.

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