Opinión

No es tan desesperante

Es muy grave lo que ocurre en Cataluña, es triste la ruptura social, el auge del independentismo, la crisis económica que ha provocado el último gobierno, más atento a conseguir avances soberanistas que a tomar decisiones en favor de los ciudadanos. Las elecciones de este jueves preocupan más que las anteriores a los catalanes, a España entera, y también a Europa, porque una Cataluña fuertemente independentista -nunca independiente porque no va a ocurrir- puede desestabilizar países donde existen partidos tentados a mirar a los catalanes como referente de futuro. Sin embargo hay aspectos positivos en todo lo ocurrido, algo que permite dejar de lado la desesperación que provoca lo que a todas luces es un levantamiento político, social e ilegal.

El primer aspecto positivo es que, ganen quienes ganen, al menos se ha producido algo impensable: los defensores de la Constitución  han dejado atrás sus complejos y se declaran españoles a cara descubierta. Todo un paso adelante que demuestra el gran cambio que se ha producido en la sociedad catalana. Por otra parte, PP, PSOE y Ciudadanos han aparcado sus profundas diferencias para sumar esfuerzos y luchar contra el independentismo, demostrando por fin que son capaces de defender el Estado cuando vienen mal dadas. Han respaldado la aplicación del artículo 155, una decisión que han asumido con valentía, que ha permitido desmantelar un gobierno que llevaba a los catalanes directos al abismo y que  es todo un toque para el gobierno futuro en el caso de que volviera a ser independentista: ni una broma con el cumplimiento de la ley y de la Constitución, porque el 155 volvería a ser aplicado de inmediato.  Los catalanes, por otra parte, acudirán este jueves a las urnas con datos muy claros sobre el alcance de las mentiras y engaños del independentismo, las consecuencias económicas y laborales, el rechazo internacional, y la fuga de empresas ante la inestabilidad política y la falta de garantías jurídicas. También, porqué no incluirlo en la lista de aspectos positivos de lo sucedido en los últimos meses, los catalanes han conocido la auténtica dimensión de su  último presidente: huyó cobardemente cuando le venían mal dadas, mientras sus principales colaboradores se quedaron en Cataluña sabiendo que la Justicia podía enviarlos a prisión. Por mucho que Puigdemont  intente sacar cabeza en Bruselas, la verdad es tozuda.  

El problema del independentismo catalán ha estado siempre ahí, con mayor o menor fuerza. Ha crecido además con la ayuda de presidentes españoles que alimentaron la bicha, al compadrear con los nacionalistas a cambio de apoyo parlamentario, con ayudas económicas sin límite y, en el caso de Zapatero, haciendo la vista gorda a cambios estatutarios que rompían con las reglas del Estado autonómico.

La situación ha ido a peor. Hasta ahora. Con unas elecciones de resultado incierto y por tanto muy preocupantes. Pero han salido a la luz aspectos positivos  impensables hace solo unos meses.

Te puede interesar