Opinión

Nombres propios

Ha hecho falta que Puigdemont  promueva un proceso que no le lleva a ninguna parte, excepto al desprestigio,  para que Pedro Sánchez haya aparecido con cierta aureola de sentido común poniendo  pie en pared frente al independentismo sin que le duelan prendas en expresar su apoyo al gobierno en las medidas que pueda tomar ante el desafío. Sin embargo el dirigente socialista sigue empeñado en la plurinacionalidad que rechazan la mayoría de sus compañeros de partido, y lo malo es que cuanto más intenta defenderla, más errores de bulto comete. Alguien debería instruirle sobre cómo hay que moverse en el juego político. 

Aunque el que necesita más aprendizaje es  el profesor de política Pablo Iglesias, que además de tomarse los estatutos de su partido a título de inventario, define el referéndum catalán como “una manifestación política legítima”. Inaudito. Que alguien le instruya  cuanto antes sobre qué es un referéndum. Que lo haga por ejemplo un hombre de izquierdas como Miqel Iceta, que explica muy bien que aunque haya urnas el 1-0 eso no significa que se dan las condiciones mínimas para que esa consulta ilegal pueda ser considerada como un referéndum. Y enumera esas condiciones, que Iglesias debería conocer.

En ese escenario preocupante  busca hueco un Albert Rivera cada vez más desdibujado. Solo a un político novato se le ocurre abrir un frente absurdo cuando está en juego el futuro de su país. Un frente  que tiene más de capricho que de otra cosa, con su empeño en limitar los mandatos a los presidentes porque estaba en el pacto firmado con el PP. Estaba, pero no es el momento de plantearlo, y así lo dijo Villegas hace varios meses. Es ridículo además que ponga como principal causa de la limitación que así se impide la corrupción. ¿Qué pasa, que todos los que se mantienen más de ocho años en un gobierno son corruptos? Se comprende que haya salido Rodríguez Ibarra a la palestra como una hidra, como podrían haber salido Fraga si viviera, o tantos otros presidentes de conducta intachable.  El corrupto lo es per se, no porque ostente el poder. Por no hablar de  la diferencia entre un régimen presidencialista y uno parlamentario, no hay país del mundo con régimen parlamentario que limite los mandatos. 

En el PP, Rajoy y Soraya  responden lo mismo desde hace meses, y a algunos les molesta que reiteren el “no va a haber referéndum” y que digan también que no van a explicar qué medidas van a tomar hasta saber qué deciden los independentistas. Lo que sería mucho más molesto, mucho más grave, es que dijeran cada día una cosa distinta, porque significaría que no saben bien qué terreno pisan. Este miércoles se destapa la caja de los truenos. Veremos entonces qué respuesta tienen el presidente y la vicepresidenta, si Puigdemont se arruga o no, y si Junqueras sabe qué hacer para impedir la inhabilitación que le impediría ser presidente de la Generalitat.

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