Opinión

Oposición al líder de la oposición

Pedro Sánchez va deprisa deprisa, el calendario se le hace excesivamente largo y pretende alcanzar cuanto antes su objetivo

Pedro Sánchez va deprisa deprisa, el calendario se le hace excesivamente largo y pretende alcanzar cuanto antes su objetivo. Es lo que más inquieta a  sus incondicionales, que sus ansias de convertirse en presidente de gobierno le lleven a cometer errores de los que pasan factura.

Uno de esos incondicionales, que además no oculta su simpatía por alcanzar acuerdos con Podemos, confiesa sin embargo que “a Moncloa hay que llegar ganando elecciones, no a través de una moción de censura”. Se trata de un político al que le gustaría el acercamiento con Podemos y que menciona aquellos “ayuntamientos de izquierda” promovidos por Felipe González y Santiago Carrillo como  el primer peldaño para que el dirigente socialista se convirtiera en presidente de gobierno. No es el único que sueña con reeditar aquella peripecia. El que más, Pedro Sánchez.

A través de las primarias no solo ha recuperado la secretaría general del PSOE sino también el liderazgo de la oposición aunque no tiene escaño en el Congreso, pero desde Ferraz, y con el equipo parlamentario que ha diseñado con Margarita Robles a la cabeza, quiere  que se note que es él quien toma decisiones.  El problema principal es que para que se le visualice como líder  de la oposición a través de control remoto necesitaría un partido sólidamente unido detrás… y hoy por hoy esa situación no se da en el PSOE.  Es más, del congreso ha salido más roto de lo que estaba en los meses anteriores. Ha apartado de su camino a antiguos pesos pesados del partido… pero se encuentran expectantes.  

De impulsos

Convencidos de que Sánchez  se dejará llevar por impulsos como en su primera etapa, piensan que cuando llegue ese momento, el momento del fracaso electoral –que no dudan-, el PSOE recuperará su identidad, con un PSOE adaptado a los tiempos actuales pero que mantendría los valores que han sido su santo y seña en sus casi 140 años.

El papel de oposición a Pedro Sánchez, líder de la oposición, le corresponde sobre todo al gobierno que intenta tumbar. Pero  también a Ciudadanos, con un Albert Rivera  que hace año y medio firmó un acuerdo con Sánchez  que duró poco. Pero además de PP y Ciudadanos, Podemos se suma a ser oposición del líder de la oposición porque su supervivencia depende de que Sánchez fracase como principal dirigente de la izquierda.  Sin embargo, paradójicamente, Podemos es el oscuro objeto de deseo de Pedro Sánchez. Como explica un socialista de los  ahora defenestrados,  “Solo los inmaduros y Pedro Sánchez tropiezan dos veces con la misma piedra, en este caso tratar de llegar a un acuerdo con Pablo Iglesias". 
Sánchez no solo tiene abiertos los frentes de Andalucía y Valencia. En Extremadura Guillermo

Fernández Vara ha optado por colaborar desde dentro para que el partido recupere su posición perdida, pero Emiliano García Page no está nada satisfecho  porque advierte maniobras para desbancarle de Castilla La Mancha. 

En Valencia Ximo Puig recibió anonadado -según un colaborador suyo- la noticia de que Sánchez promovía la candidatura del alcalde de Burjassot para desalojarlo de la secretaría regional. Puig ha reaccionado presentando una lista con pesos pesados del sanchismo para ver si de esa manera neutralizada la maniobra … pero de momento lo que se ha producido es una lucha a muerte entre Rafael García y Ximo Puig.  Da la impresión de que Sánchez solo se resigna a no controlar Andalucía, donde Susana Díaz utiliza  todas sus dotes  para  no perder terreno y mantener  al menos los apoyos que tuvo en las primarias.

LOS AGAZAPADOS

En el PP tienen la confianza de que tras el entusiasmo inicial que ha provocado en un sector de militantes que le ven ya en Moncloa, en breve espacio de tiempo volverá el Sánchez de siempre, el que irritó a Bruselas con su falta de compromiso y su no aceptación de los acuerdos  comunitarios -el caso del CETA con Canadá va en esa línea-, el que se dejó llevar por la demagogia con propuestas que no sostenían en pie y que además eran de imposible incumplimiento.  

En los próximos días veremos un PP que a Sánchez lo tratará lo justo, y que en lugar de ponerle permanentemente contra las cuerdas  prefiere dejar que se descalifique por sí mismo, como ocurrió hace un año. La prioridad de Rajoy es acordar el techo de gasto con el dirigente socialista y tiene la esperanza de lograrlo no por sus dotes de persuasión, sino por las presiones de los presidentes de gobierno autonómicos socialistas, pues del techo de gasto depende su financiación. 

No  ha disgustado la designación de Margarita Robles como portavoz parlamentaria y por tanto la más importante interlocutora. Es una persona intransigente, dura, pero con sentido de la responsabilidad  y, aunque cumplirá a rajatabla las instrucciones de Sánchez piensan que puede hacerle reflexionar cuando el secretario general apueste por decisiones excesivamente drásticas.

Oposición de Ciudadanos
Albert Rivera por su parte va a oponerse frontalmente a Sánchez. Porque se encuentra en las antípodas de lo que defiende el secretario general socialista y  además porque tiene la posibilidad de atraer  un porcentaje importante de sus votos, los disconformes con el radicalismo de Pedro Sánchez. Rivera además ha encontrado un filón en la propuesta del nuevo PSOE de defender la “plurinacionalidad”  española, idea que produce un rechazo generalizado en todos aquellos que ven el peligro la unidad de España con el proceso catalán y que no aceptan ningún camino intermedio que pueda servir de excusa a los independentistas para alcanzar más autogobierno.

¿Y Pablo Iglesias? Supuestamente sería el dirigente menos proclive a hacer oposición firme a Pedro Sánchez, pero el dirigente socialista debe ir con cuidado. Ya fue engañado en una ocasión. A Iglesias no le gusta Sánchez y lo admite abiertamente, y ese sentimiento en buena lógica debería  ser mutuo.  Sánchez no pierde la ocasión de intentar el acercamiento,  que como se demostró hace unos meses es antinatura. No por sus diferentes proyectos, sino porque disputan el mismo espacio electoral, así que cuantas más trampas pueda poner Iglesias a Sánchez, mejor. Como ocurrió en febrero del 16 cuando le hizo creer que le apoyaría en una posible investidura y le dejó colgado cuando  Sánchez ya se veía en Moncloa. 
Veremos mucho teatro en los próximos meses, mucho postureo, como se dice ahora. Pero cualquiera que siga la política estos días percibe los signos propios de quien se mueve intentando derribar al de enfrente. Y, por mucho que Sánchez transpire satisfacción por todos los poros, tiene un frente opositor nutrido y diverso: que incluye personalidades -hoy agazapadas- de su propio partido.

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