Opinión

Poderío

Hasta ahora siempre consideraban una virtud el tancredismo de Rajoy, pero comenta  gente de lealtad probada al presidente, esa actitud ya no sirve porque hay un partido que le disputa el espacio, que cuenta con apoyos muy considerables en los medios de comunicación -entre ellos muchos de los que defendían al PP a capa y espada y ahora se han pasado con armas y bagajes a Ciudadanos- y además intenta transmitir la idea de que si en Cataluña han ganado no es descabellado pensar que pueden ganar en el resto de España. El mensaje que más gusta a los votantes es el optimista,  el que se presenta como vencedor ante cualquier tipo de adversidades, así que con todos los defectos que tiene Ciudadanos, está manejando muy bien  la baza del entusiasmo.

Los políticos tienen derecho a defender que son ellos los que conocen en profundidad los datos y por tanto saben mejor que nadie qué decisiones deben tomar.  Nada hay más irritante que escuchar o leer a cronistas políticos o deportivos que aconsejan  a gobernantes y entrenadores  qué  es lo que tienen que hacer para triunfar. Sin embargo parece evidente que cuando pintan bastos en el PP, como pintan desde que se celebraron las elecciones catalanas, Rajoy debe hacer un esfuerzo por mostrar  el poderío de su partido y de su gobierno. Sobre todo porque quien le disputa el espacio de centro, Ciudadanos, no puede exhibir, ni de lejos, una organización perfectamente engrasada y asentada como el PP, con cuarenta años largos de historia, ni una experiencia de gobierno que hoy por hoy solo puede igualar el PSOE.

Rajoy necesita cambiar la cara del Partido Popular si pretende seguir ganando elecciones. Cuenta con un banquillo importante para renovar cargos y mostrar cuál es el auténtico peso del partido: dirigentes que saben qué terreno pisan, personas que saben gestionar un presupuesto y afrontar una crisis institucional, además de una militancia que está habituada a trabajar para emprender  remontadas. Siempre que tire del carro un presidente con buen ánimo y ganas de mostrar el poderío de la formación política. 

Enrocarse en que el tiempo pondrá las cosas en su sitio y demostrará que en el PP están las cabezas más sólidas, no es suficiente. Esas cabezas deben pasar a primera línea, aparecer junto a Rajoy como su equipo de gobierno,  en unos momentos en los que se juega no solo el futuro del PP sino el futuro de España.

Permanecer quieto, como le gusta a Rajoy, no sirve cuando hay otros que no pierden ocasión de presentarse como la única tabla de salvación.  Sería inexplicable que, cuando más se necesita, Rajoy no diera los pasos necesarios para que el PP apareciera con su cara más fuerte, más atractiva. La que atrae votos, la que inspira más confianza.

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