Opinión

PP y PSOE, hartos de Ciudadanos

La semana pasada, Pedro Sánchez almorzó en Moncloa con Mariano Rajoy, que le informó sobre los datos que manejaba el Gobierno respecto a los planes de Puigdemont para ser elegido presidente, la percepción sobre cual podía ser el comportamiento futuro de Roger Torrent respecto a la investidura, cómo encarar el recurso que se interpondría ante el Tribunal Constitucional, y cuáles eran las medidas más adecuadas que se debían tomar en el futuro para ir serenando las cosas en Cataluña en el futuro. Sánchez expuso su punto de vista sobre lo que para él es hoy su principal problema como secretario general del PSOE: la financiación territorial. Entre otras razones, porque tiene a los dirigentes regionales sublevados porque no les salen las cuentas para gobernar.

Al almuerzo no fue invitado Albert Rivera, lo que confirma lo que es un secreto a voces hace tiempo: el distanciamiento del PP y PSOE con Ciudadanos. La desconfianza, incluso animadversión, viene de atrás, no tiene nada que ver con que haya triunfado en las elecciones de Cataluña gracias a la captación de votos tradicionales del PP y PSOE, fundamentalmente del PP. Populares y socialistas están hartos del juego político de Ciudadanos, de su falta de compromiso, de sus cambios de criterio, de que se coloque medallas que no le corresponden. Una de las que más ha irritado, que se presente como promotor del 155 cuando hasta el verano pasado era contrario a su aprobación. 

OPORTUNISMO

En el entorno de Rivera, entorno que va más allá de su partido y que incluye empresarios y un número cada vez más considerable de periodistas, se puso el grito en el cielo por el hecho de que Rajoy no hubiera informado de sus planes a Rivera. Algún analista escribió incluso que la exclusión se debía a la negativa de Ciudadanos de “prestar” un diputado al PP catalán para formar grupo parlamentario. No era cierto, aunque Rajoy sí declaró que si él se viera en esa situación sí habría cedido ese diputado y tanto distintas voces del PP como del PSOE recordaron que siempre se había actuado con ese tipo de “préstamos” en estos años de democracia para dar voz propia a las minorías. Apuntaban que en esta ocasión era incluso una cuestión de la máxima relevancia, porque al no hacerlo se privaba al PP catalán de presentar iniciativas parlamentarias y por tanto sería una voz menor en el grupo de los que defienden España y su Constitución.

Pero no es la falta de generosidad respecto al grupo parlamentario lo que ha alejado a PP y PSOE de Ciudadanos. Para los dos partidos mayoritarios se trata de un partido oportunista al que da igual firmar un pacto con el PSOE que con el PP, según convenga en cada circunstancia. Primero con el PSOE cuando Ciudadanos consigue un excelente resultado en las elecciones de diciembre del 15, y luego con el PP cuando en las de junio del 16 sufre una bajada importante que demostraba que a sus votantes no les había gustado ese pacto. En cuanto al PP, considera que Ciudadanos apoya a quien más interesa en cada momento y acepta mal que Ciudadanos presente exigencias a Cristina Cifuentes para mantener el acuerdo de gobierno en Madrid, que no exige a la andaluza en la misma circunstancias. Como acepta mal que en Granada apoyase al PSOE en una moción de censura al alcalde imputado del PP, para colocar en su lugar a un concejal socialista … también imputado. O que ahora exija la dimisión de la senadora Pilar Barreiro, ex alcaldesa de Cartagena, imputada, para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Pide el PP que se espere a la decisión judicial porque por otra causa similar por la que también fue imputada, ha sido absuelta. Ciudadanos sin embargo se niega y mantiene esa condición.

Tanto PP y PSOE, los únicos partidos con experiencia de gobierno y por tanto los partidos con más causas abiertas por corrupción, acusan a Ciudadanos de no aceptar ninguna responsabilidad de gestión, ni municipal ni regional, aunque se les ha ofrecido en los gobiernos y ayuntamientos que apoyan, precisamente para mantenerse incólumes en su hoja de servicios: pueden seguir enarbolando la bandera de que se trata del único partido sin casos de corrupción. Sin embargo, sí han tenido dos casos de grupos municipales acusados de destinar parte del dinero del grupo al partido. Y, lo que es mucho más grave, es el único partido nacional al que el Tribunal de Cuentas ha rechazado las cuentas presentadas, ante lo que Ciudadanos se ha defendido alegando disparidad de criterios. Sin embargo, tanto portavoces socialistas como populares coinciden en que si fueran ellos los rechazados, sin duda Ciudadanos presionaría con retirar sus apoyos a no ser que se tomaran medidas punitivas en las áreas de finanzas de los dos partidos. Todo esto demuestra que el clima de desconfianza y desafecto viene de atrás. 

Con estos datos y con los sentimientos de desencanto que confiesan los dos partidos, se comprende por tanto que Rajoy y Sánchez se sientan hoy tan alejados de Rivera que no ha sido invitado al encuentro para tratar sobre la elección del nuevo presidente de la Generalitat. No existe bloque PP-PSOE contra Ciudadanos, pero sí desconfianza de los dos primeros partidos hacia Rivera. Agravada en las últimas horas con la iniciativa de Ciudadanos de pedir una comisión parlamentaria para investigar los atentados yihadistas de este verano en Barcelona. “Demuestran falta de conocimiento del trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado, deslealtad al Pacto Antiterrorista y, lo que es más grave, que llevar al parlamento información sobre cómo se aborda la lucha contra el terrorismo daría bazas a los yihadistas para cometer nuevas acciones. Por no mencionar que los servicios de información de todo el mundo dejarían de pasar información a España”, comentaba un parlamentario socialista experto en este tipo de cuestiones.

LOS PGE, EN EL AIRE

La incógnita se centra en si el recelo actual hacia Ciudadanos se va a prolongar en el tiempo, lo que no sería deseable porque es fundamental que se una el bloque constitucionalista, no solo por el problema de Cataluña, sino porque hay asuntos de la máxima relevancia que no se pueden dejar en manos del independentismo ni de la izquierda radical, y determinadas leyes necesitan mayorías parlamentarias cualificadas. 

Albert Rivera se resiste a admitir que debería reflexionar sobre la deriva de su partido. Cree que PP y PSOE quieren seguir manteniendo su dominio y tratan de acorralar a Ciudadanos porque se lleva a sus votantes. Lo que significa que, por ahora, se mantendrá el distanciamiento entre los dos “grandes” y Ciudadanos. La primera consecuencia es que Rajoy se puede encontrar sin Presupuestos Generales del Estado.

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