Opinión

Puigdemont, un año sin pies ni cabeza

No lleva un año al  frente de la Generalitat y ya cuenta con un récord político: entes de cumplir su primer aniversario como presidente de la institución, anuncia que no piensa volver a presentar su candidatura. Se comprende. No ha alcanzado uno solo de sus objetivos,  que se queda  en simple palabrería; se encuentra atado de pies y manos por la CUP, que es quien manda en Cataluña y marca el camino a Puigdemont; su partido, PDECat , acumula pérdida de votos en cada uno de los sondeos incluidos los que encarga la Generalitat,  y el propio gobierno de España le puentea con Oriol Junqueras, que es con el que dialoga sobre las cuestiones importantes.

La Generalitat se encuentra sin pies ni cabeza. La de Puigdemont no sirve para nada porque no resuelve el menor problema, y los  pies del gobierno,  su soporte, que en principio debía ser la CUP, depende de lo que decida su asamblea, que se mueve arbitrariamente y ya no cuenta siquiera con el respeto de ERC, que ha comprendido hace tiempo que con esos acompañantes no se va a ninguna parte.  Solo ahora lo ha advertido Puigdemont, por eso anuncia que al finalizar su mandato, que previsiblemente sea este mismo año, dejará de jugar a político y volverá a sus orígenes, el periodismo. Aunque su credibilidad habrá quedado tan malparada que difícilmente encontrará hueco entre los más profesionales más reconocidos.

El ministro de Asuntos Exteriores, en su entrevista al País da un nuevo disgusto a Puigdemont y a los independentistas. Preguntado si, como ocurría con Margallo, va a ocuparse de las cuestiones catalanes, responde que  “en la medida en que el reto soberanista catalán afecta a la política exterior sí tendremos que ocuparnos de ese problema, para explicar a nuestros socios cual es la realidad y cómo es el ordenamiento jurídico”. Alfonso Dastis sabe de qué habla. Como embajador ante la UE   ha hecho más de una gestión para impedir que Mas y Puigdemont fueran recibidos por alguna de las más relevantes autoridades europeas,  trabajo al que sumaron los embajadores  en países que desde la Generalitat tantearon para  les dieran la razón. El parlamento de Dinamarca  apoyó una moción  apoyando el diálogo democrático y pacífico entre el gobierno de España y el de Cataluña sobre el proceso soberanista, y a la Generalitat le faltó tiempo para difundir que el parlamento danés “instaba” a ese diálogo, lo que provocó unas declaraciones públicas del ministro de ese país poniendo las cosas en su sitio. Y es que para Mas primero y Puigdemont después,  la internacionalización del “Procés” es pieza clave. Y están pinchando en hueso.

El actual presidente de la Generalitat está dando palos de ciego y,  sin que pueda echar la culpa a “España”,  el independentismo tal como él lo entiende, ilegal y  por imposición,  se está viniendo abajo mientras se incrementan los defensores de una salida constitucional.

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