Opinión

¿Últimas horas de Rajoy?

Ha llegado el día en el que Rajoy y Sánchez se juegan la presidencia del gobierno. De la fuerza y credibilidad del secretario general del PSOE a la hora de exponer su proyecto de gobierno, y de la capacidad de Rajoy para desarticular ese proyecto del socialista, dependerá el resultado de la votación de mañana. 

Se ha negociado todo lo que se ha podido. Nunca lo ha negado el Partido Popular aunque sí lo negó Pedro Sánchez, que hablaba de “encuentros de cortesía” pero que, según los interlocutores de José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE, no eran tal sino negociaciones firmes sobre los apoyos para la moción. Nada es seguro, todo es previsible al menos a la hora de escribir esta crónica, lo que significa que es pronto para saber si Mariano Rajoy vive sus últimas horas como presidente o si, por el contrario, es Pedro Sánchez el que no habrá alcanzado los votos necesarios para conquistar La Moncloa.

Con todas las de la ley, por cierto, aunque reviente a sus adversarios: una moción de censura es una fórmula absolutamente válida y constitucional para convertirse en jefe de gobierno en los países democráticos. De hecho, tres dirigentes políticos españoles lo intentaron en su momento, Felipe González, Antonio Hernández Mancha y Pablo Iglesias. Los tres fracasaron, pero para Felipe González fue una catapulta para ganar las elecciones con mayoría más que absoluta dos años más tarde. 

Nada que ver su situación con actual de Pedro Sánchez, como pretenden hacer creer los colaboradores del actual secretario general socialista: ni Sánchez es González, ni aquellos tiempos de los inicios de la Transición se parecen en nada a los actuales.

En esta moción no solo se juegan su porvenir Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, aunque son los que más arriesgan; por no hablar de que se juega el futuro de los españoles, porque  no es lo mismo un gobierno en minoría con un presidente muy desprestigiado pero que conoce muy bien los resortes del gobierno, que un presidente sin experiencia, con un partido en el que faltan las figuras que lo engrandecieron y que además no cuenta siquiera con el 25 por ciento de los escaños, lo que le obliga a pactos con fuerzas de diferentes ideologías y  objetivos.

Entre ellos unos partidos independentistas que no ponen límite ni siquiera a la exigencia de cumplir con la ley. 

Es difícil creer que Pedro Sánchez, si llega a gobernar, cumpla sus promesas actuales de convocar elecciones cuanto antes. Es difícil porque, si quiere ser presidente ganar nuevas elecciones, necesita recuperar el espacio perdido, demostrar que su proyecto es sólido y que tiene sentido del Estado.

Pero mejor no adelantar los acontecimientos que puede llegar: de momento, hay una moción de censura que se inicia sin que se sepa, o no se quieran contar, cuáles son exactamente los apoyos de su promotor.  Solo al final se sabrá si Pedro Sánchez es la figura del futuro… o si vuelve a sumar un nuevo fracaso en su carrera política.

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