Opinión

Va de lealtades

La cosa no anda bien entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, la prueba es que ella le ha pedido en la clausura de su congreso que no le haga elegir entre la lealtad a los socialistas andaluces y la lealtad al PSOE, porque siempre antepondrá los intereses de los andaluces, mientras Sánchez le pidió sumar esfuerzos para alcanzar a unidad. Cuando hay que mencionar lealtades y reivindicar unidad, es que algo no va bien Pedro y Susana hagan esfuerzos para visualizar que el PSOE es un partid sólido que camina firme para hacerse con el gobierno.

En el congreso andaluz pusieron buena cara al tiempo tormentoso, pero era indisimulable el estado real del tiempo. Susana fue drástica a la hora de elaborar su ejecutiva, a los sanchistas ni agua, de igual modo que Sánchez había hecho en la federal. Y luego hubo escenas que por sí solas decían mucho más que las palabras, como por ejemplo cuando Susana Díaz entró acompañada de Alfonso Guerra, recién defenestrado de la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias, más los ex presidentes del gobierno andaluz y del PSOE, Manuel Chaves yJosé Antnio Griñán, a los que Sánchez ha tratado con especial saña.

Del resultado del congreso andaluz se deduce que el PSOE no se encuentra excesivamente pujante y que Pedro Sámchez es el líder de la militancia pero le queda mucho por hacer si pretende ser el líder socialista. Susana es mucha Susana y conoce el partido, y la política, como pocos. Desde luego más que Pedro Sánchez. Perdió las primarias contra todo pronóstico porque confió excesivamente en la animadversión que provocaba su rival y porque además puso la campaña en manos de un equipo mediocre pero de su plena confianza; sin embargo, una vez bebido el cáliz de la derrota sabe ya cómo respira su gente y se dedica a esperar los errores de su contrario. Que han sido múltiples, desde una ejecutiva de medio pelo a iniciar un acercamiento a Pablo Iglesias que no convence a la mayoría de sus votantes, que están en el centro izquierda y no en la izquierda radical, y que miran ya hacia Ciudadanos como mal menor. Luego está la irrupción de Sánchez en Ferraz con el hacha en la mano, con un rencor que no se había visto hasta ahora en el PSOE, dejando fuera de juego a algunas de las mejores cabezas por no haber recibido su apoyo incondicional. Y por último está la cuestión nacionalista, con la plurinacionalidad metida con fórceps en el congreso federal pero que provoca un profundísimo rechazo en un sector relevante del partido. Frente de rechazo que hoy encabeza Susana Díaz que defiende a ultranza los principios aprobados unánimemente en la Declaración de Granada. 

Sánchez se siente fuerte tras su reelección… pero en Sevilla se ha visto que esa fortaleza sufre de puntos débiles. El principal, Andalucía. Que no es un asunto menor.

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