Opinión

La Academia Bóveda y don Vicente

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photo_camera A la derecha de la imagen aparece su hermana Pilar, continuadora del trabajo de Vicente, y entre los alumnos, me hablan de apellidos tan conocidos como Tabarés, Mosquera y Menéndez (están dos hermanas), entre otros. Año 1951, fotografía propiedad de Norberto Tabarés.

Vitin”, Vicente Bóveda, es recordado por su incesante actividad política, la que desempeñó siguiendo los pasos de su hermano Alexandre. Ese hecho y los tristes episodios por los que tuvieron que pasar él y su familia, precisamente por causas políticas, han ido dejando en el olvido la que fue realmente su medio de vida: la enseñanza.

Vicente Bóveda, al igual que su hermano, fue uno de los alumnos de la academia de "los Villares"; formándose en ella, consiguió obtener el título de profesor mercantil y actuario de seguros, títulos que prácticamente no utilizó al margen de pequeñas colaboraciones en el ámbito fiscal con su hermano Alexandre, pero que sí le sirvieron, para dedicarse a la enseñanza. Comenzó encargándose de la asignatura de Matemáticas en la academia Villar para los alumnos de bachillerato, pero poco a poco se fue centrando en la preparación de opositores. Secretarios de Ayuntamiento, auxiliares de Hacienda, etc. son muchos los profesionales ourensanos que se han formado en aquellas aulas.

En 1932, con el fallecimiento de Saturnino Villar, su hermano Amador le ofrece la dirección del centro, cargo que ostenta en solitario o con colaboración de otros compañeros (Luis R. Pazos en 1938), hasta el año 1940. En ese periodo compartió magisterio con personajes de aquella Auria "poco" recordados: Xocas, Florentino Cuevillas, Luis "Xesta". Algo que pocos recuerdan es que en aquellos momentos las aulas del colegio de "los Villares" estaban ubicadas, para el alumnado masculino, en la esquina de San Miguel con la calle de la Paz (hoy en los bajos está el bar Sol). Fue ese el momento que las nuevas leyes educativas modificaban las exigencias para colegios y academias y Vicente decide tomarse un descanso y no entrar en las fusiones que se promovieron de los centros de la época.

De forma puntual colabora con Manuel González Rodríguez Quíntela, José Ferrer Quirós y (año 42-43) en la preparación de opositores, y hace un reintento de abrir la academia Villar. La llamó Colegio Padre Sarmiento. Hasta que en el año 1944 (a comienzos de febrero) ya en solitario abre la que fue su academia, en la alameda del Crucero: Centro de Preparaciones Bóveda, especializada en Estudios Mercantiles. Al poco tiempo pasó a llamarse Centro de Enseñanza Bóveda, al ampliar la oferta para alumnos de enseñanzas regladas.

En ella se rodeó de buen número de amigos, también profesores, o profesionales del ramo sobre el cual versaba la oposición: Ernesto Gómez del Valle, Luis Acuña, Eleuterio Serrano Moreno, Ramón Rodríguez Bermejo, Benito Cadenas Domínguez (quien llegó a ser comisario de Policía y padre de grandes juristas), Luis Ocampo (gran contable que llevaba las contabilidades del Hotel Parque y de la empresa de muebles Hermanos Rodríguez entre otras), el serio pero gran maestro Raúl, etc.

En cuanto al alumnado, la inmensa mayoría de los ourensanos matriculados en la Escuela de Comercio ampliaban conocimientos en su centro y muchísimos opositores deben parte de su plaza a don Vicente.

 ¿Os suena que en una academia Ourensana se dé una importancia vital al deporte? Pues Vicente Bóveda fue un pionero en esa teoría, los alumnos de la academia tanto de enseñanza reglada como opositores, constantemente y a modo de complemento de su preparación formaban equipos deportivos, fútbol, baloncesto, atletismo, siendo habitual su presencia en torneos y campeonatos...
Vicente Bóveda fallece después de una larga enfermedad en el año 1958. Su funeral fue una impresionante demostración del cariño y respeto que le profesaban todos los que tuvieron la fortuna de conocerle. La academia continuó activa bajo la batuta de su hermana Pilar hasta el cierre definitivo en 1969. 
 
Mi agradecimiento para la amiga Tilde Orbán, que tiene frescos los recuerdos de aquellos años, y a los habituales colaboradores Amador y Adolfo Rego, cuya memoria no deja de asombrarme en cada ocasión que les solicito ayuda. En esta ocasión lo tenían fácil, ya que los Bóveda y los Villar siempre mantuvieron una estrecha relación de amistad. 

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