Opinión

Las chicas del instituto y su entorno

Me dejo Marisa Rey unas bellas fotografías de alumnas de nuestro Instituto en el año 38. Aquel instituto en que las chicas y chicos no podían compartir aulas, aunque por fortuna sí podían compartir maestros. Don Ramón, doña Luisa Lorenzana, don Juan Saco… Quizás esa fuera la mejor de las vivencias que pudieron tener en esos años tristes y muy duros.

Rebuscando en los periódicos de aquellos tiempos, escasas son las noticias alegres que encuentro, y sin embargo con excesiva frecuencia surgen las que notifican la injustificable pérdida de vidas humanas. Me he tomado la libertad de obviar las trágicas y anotar algunos datos que ayudan a descubrir cómo eran aquellos tiempos en nuestra Auria. Si acaso, a modo de anécdota, comentaros que releyendo estos periódicos me encuentro con el dato de que en la ciudad teníamos un servicio de vigilancia aeronáutica, ¿lo sabíais?

En 1938 llegamos a tener tres alcaldes al frente de la corporación: Eduardo Saavedra Caballe, Manuel Paco Núñez Romero y el general Enrique González Anta Miramón. Los motivos del cambio habría que indagarlos, pero posiblemente fueran organizativos, ya que al menos dos de los “poncios” repetían en el cargo. El Gobierno Civil corrió la misma suerte y vio pasar a otros tres mandatarios: Ramón García Núñez, Manuel Quiroga Macías (pasó a ser gobernador militar) y Augusto de Viñamata Emmanuel. De aquellas eran la máxima autoridad civil.

La sede episcopal sin embargo fue más estable, el obispo Cerviño dirigía la diócesis desde 1921 y llegaría hasta el 1941. Fue en este año 38 cuando culminaron las obras de la catedral que dejaban diáfano el pasillo central al eliminar el antiguo coro y la capilla del Rosario, según proyecto del arquitecto Palacios

La Diputación tuvo dos dirigentes. Comenzaba el año y la dirigía el empresario José Zarauza Piñeiro, y en el mes de julio era sustituido por el catedrático del Instituto don Jaime Pérez Colemán, que regiría hasta octubre del 39. Y el instituto gozaba del periodo más tranquilo en su dirección, Don Juan Saco Maureso habría de dirigir el centro hasta el año 1955.

Para que os hagáis una idea de la situación, el Auxilio Social atendía a 2.000 personas. En muchos casos ese número disimulaba la situación real, ya que no eran pocos los que llevaban para casa lo que se les daba en uno de los cuatro comedores que había en la ciudad.

En el mundo sanitario, el Hospital Modelo de Las Lagunas era el referente, pero quien podía permitírselo prefería ir a una de las clínicas privadas. Las más reconocidas eran la del doctor Pol Piñeiro, Santos Ascarza y la de don Justo Mosquera. Las dentaduras, que era una de las principales causas de dolor de los ourensanos (tal vez indicativo de las carencias alimenticias), intentaban cuidarlas doña Teresa Bouzo, Alarcón y la famosa clínica de don Atilano Moreno en Progreso (entonces regentada por su viuda). Las boticas ya contaban con las sagas que aun a día de hoy se recuerdan, aunque solo una subsiste: Bouzo, Barja Fábrega y Román daban servicio junto a la muy famosa de aquellas, farmacia de Pedro Antonio (Tiendas esquina Plaza Mayor).

La iniciativa comercial era, a pesar de las dificultades, el motor de la economía de la ciudad, si bien había algunas agradables excepciones. La palma se la llevaba la fundición de los Malingre, que daba empleo a un buen numero de ourensanos. La banca Simeón era otra de las referencias, y poco más. Por citar alguno de los comercios, imprescindible la “eterna” Casa de los Lentes, que ofertaba la gran novedad de “las gafas de color contra el sol”, las tenían desde 1 peseta… Hoy aún quedan recuerdos de lo que fue la droguería regentada por los antiguos empleados de la botica del doctor León Oyarzun: Aperribay , Yebra y Pimentel, aunque en aquel año 38 se disolvía la sociedad y Yebra se quedaba con el almacén de farmacia y droguería. Otro de los negocios con gran actividad, era precisamente La Actividad, agencia donde comenzó mi padre su vida laboral. Allí se encargaban de conseguir los salvoconductos y papeles precisos para emigrar. (A nivel familiar, en lugar de La Actividad se la conocía como "La Rapidilla"). No puedo olvidar que pasear por la calle de la Paz era un placer de los pocos que se podían permitir los ourensanos, y era únicamente por los aromas a café chocolate y mate que emanaban de La Tropical. Y ya que hablo de distracciones, hay que citar a nuestra banda, que en aquellos tiempos estaba saturada de trabajo. Frecuentemente acudía al hospital para entretener a los enfermos, pero sin desatender sus habituales conciertos en la Alameda y Posío. Otra opción era escuchar la emisora de don Ramón Puga, la famosa Radio Orense EAJ 57, en la que ya comenzaba a ponerse de moda el tan recordado programa de dedicatorias musicales. Por cierto, en el mundo de la música, una cubana hija de ourensanos triunfaba en los escenarios: Raquel Rodrigo, con su espectacular versión de "El barbero de Sevilla". El teatro Losada tenía cuatro sesiones incluida la infantil y muy poca competencia. Únicamente existía el Principal.

En cuestiones deportivas ya el futbol se llevaba la palma, y la juventud no tenía problemas para encontrar algún equipo en el que encuadrarse: Libertad, Unión, Alcázar, Español, Victoria y Lepanto eran algunos de los existentes.

Dejando muchos datos en el tintero, pero para que os situéis en temas del “bolsillo”, una enfermera cobraba 2.500 pesetas/mes y un cocinero 4.000, las cosas del comer ya se sabe…

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