Opinión

Fátima, primeros pasos en Auria

Devoción, tradición, fervor, costumbre, los motivos son tantos como ourensanos somos, pero la realidad es que año tras año tenemos una cita ineludible con la Virgen de Fátima.

Por intentar poner una fecha al comienzo de esta relación, me vais a permitir que obvie todos los pasos anteriores y me centre en el año 1948. Es en ese año cuando el obispo Blanco Nájera decide crear la feligresía de San Francisco de Regis, en el pujante barrio del Couto. Para ello, a falta de iglesia contó con la colaboración de doña Angelita Varela, quien cedió el uso de la capilla del Santo Ángel como templo parroquial.
Por aquellos años, la devoción mariana estaba en claro auge, y en todos los lugares del mundo cristiano se demandaba la presencia de la Virgen Blanca. Aunque en muchos sitios como en Ourense se terminó por dedicarle un santuario, en otros muchos tuvieron que contentarse con la visita de Nuestra Señora.

En mayo de 1947 estaba muy reciente la devastadora guerra mundial, y las chicas de la Juventud Católica proponen la idea de realizar un peregrinaje de la Virgen de Fátima por toda Europa. Comenzó así un año de duro viaje que, a pesar de credos e ideologías, encontró el apoyo de las gentes de todos los países. A esa “peregrinación por la paz” como se dio en llamarla, le siguieron otras muchas organizadas de manera espontánea. Por su significado, cabe recordar la organizada para llevar una réplica de la imagen desde Cova de Iría hasta Roma, para que allí aguardase el momento propicio para trasladarla a Moscú (desconozco si finalmente llegó a trasladarse a Rusia o continúa en Roma).

Por cercanía debemos recordar que en Pontevedra también se organizó una peregrinación por todas las villas y pueblos en aquel año 48, sin olvidar la que con destino a Santiago de Compostela se hizo para acompañar la imagen de la Virgen Blanca que hoy reside en la Catedral.
Pero vayamos a nuestra historia. La dama portuguesa de procedencia ourensana Elena Suárez y su esposo Manuel Varela Cid donan para la ciudad una preciosa imagen réplica de la que se venera en Cova de Iria. La imagen es de madera de cedro y se encarga de tallarla el artista portugués José Ferreira Theim.  La llegada se organiza para el domingo 30 de mayo de aquel 1948. Esa misma semana se celebró el Corpus y la lluvia había deslucido la procesión. Los ourensanos veían como un presagio el cambio de tiempo y se preparaban para el recibimiento. Desde hacía días la prensa local informaba de como se pretendía preparar la comitiva intentando evitar problemas dada la previsible afluencia de público. La avenida de Zamora se reservó para los niños de primera comunión, que serían los primeros en escoltar a la Virgen, y eso fue lo único que realmente se pudo llevar a cabo; el resto de los planes se descartaron ellos solos, dada la cantidad de gente que se echó a la calle. Finalmente no fue la ciudad de Ourense quien acudió a recibir a la Virgen, fue toda la provincia de Ourense.

Según avanzaba la comitiva desde la frontera con Portugal, adonde las autoridades de la provincia habían acudido al encuentro de la imagen, todos los vecinos de los pueblos salían a su paso, haciendo presagiar la apoteosis que se iba a vivir en la ciudad. A la llegada al Posío, y con la ayuda de los transistores que los vecinos sacaban a las ventanas de sus casas, se fueron dando las indicaciones para que la procesión fuera aproximándose a la Praza Maior. Alí se dio la bienvenida oficial, y seguidamente se trasladó la imagen a la catedral, donde se había organizado una vigilia, a la que fuentes oficiales afirman que más de 20.000 fieles rindieron homenaje a la Virgen Blanca.
Con el fin de que nadie se quedara sin verla, el resto de la semana la imagen fue visitando las parroquias existentes en la ciudad: Santo Domingo, Santa Eufemia, Trinidad, Santo Ángel en el Couto (en la recién creada parroquia de San Francisco de Regis, hoy Fátima), y de allí se llevó a la parroquia de Santiago das Caldas. Durante la semana se hizo un hueco para acercarla a los presos en la cárcel de Progreso, los enfermos en el hospital de As Lagoas, los ancianos del asilo y por último la ubicaron en el Seminario Conciliar, donde estuvo hasta que al domingo siguiente se organizó el acto final de las recepción: la misa de los enfermos que se celebró en la Praza Maior. Otro acto multitudinario que figura como el más concurrido en la historia de la ciudad después del ya citado recibimiento del 30 de mayo de 1948.
A continuación se organizó el peregrinaje por toda la provincia, que llevo varios meses, pero eso será tema de otro artículo.
¡Nos vemos mañana en el Couto por la noche acompañando a la Virgen en su procesión!
(Fotografías procedentes del Archivo Parroquial y Pilar Núñez.)

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