Opinión

La muerte en la Burga ourensana

En aquellos comienzos del siglo pasado, nuestra Burga presentaba ese aspecto tan protegido, quizás para evitar accidentes de los que finalmente no se pudo librar. Constan varias muertes a causa de las quemaduras producidas al caer en la poza que está situada al a derecha.

Se cuenta que una reliquia que se conserva en la iglesia de los Franciscanos se corresponde con la mano de una lavandera que el día de San Antonio de Padua decidió ir a clarear la ropa en la Burga en lugar de honrar al santo.

Tan pronto se acercó a la poza, las aguas comenzaron a hervir con tal virulencia que se mojó la mano con aquella agua hirviente y al momento se le desprendió del brazo. El escritor Eugenio López Aydillo lo recoge en varias ocasiones. La ultima víctima que tengo seguridad de su fallecimiento por quemaduras en la Burga fue la niña Carmen Barbosa Fernández, de tres años, en 1956. Ese mismo año, José Abel S. T., de ocho años de edad, por fortuna solamente sufrió quemaduras en los glúteos y piernas.

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