Opinión

Las víctimas del pederasta

Es cierto que el testimonio de las niñas secuestradas, agredidas y ultrajadas por el pederasta de Ciudad Lineal es fundamental para el caso, así como su presencia en la rueda de reconocimiento, pero también lo es que esas criaturas necesitan que las dejen en paz, esto es, que no se les obligue, ni por la policía, ni por el juez, ni por los medios de comunicación, a revivir una y otra vez el calvario que sufrieron. Paz, olvido, es lo que necesitan para no ser víctimas nuevamente, constantemente.

La Policía ha compuesto una recreación virtual, en 3D, de la vivienda donde se perpetraron los hechos, a fin de evitar a las criaturas el sufrimiento de visitarla de nuevo. Está bien, pero no es suficiente, y no sólo porque ese vídeo de la casa pueda tener, por su realismo, una capacidad evocadora similar el modelo que reconstruye, sino porque, en todo caso, su contemplación regresa a las niñas a los instantes fatales que debieran olvidar para siempre. Será el juez o la jueza instructora, desde luego, quien determine y administre los extremos de la investigación, pero si en todos los casos las víctimas de delitos precisan de un amparo superior, superior incluso al justo celo en castigar a sus victimarios, en éste esa consideración se agiganta al tratarse de niñas chicas, inermes antes las consecuencias psicológicas de la brutalidad padecida.

Ya que no se supo o se pudo evitarles caer en manos de un psicópata como este, pese a haber dado el presunto múltiples muestras de su violencia, de su perversidad y de su insania a lo largo de su vida, procúrese ahora, de aquí a la vista oral y de ésta hasta siempre, mantener a las criaturas al margen de la historia que tan contra su voluntad protagonizaron. Aunque por la neofilia informativa el caso ha amainado un poco en los medios, pues otros crímenes más recientes copan ahora su atención, es previsible que, según avance la investigación y se desvelen nuevos detalles, la jeta del presunto vuelva a las portadas de los magazines y de los noticiarios. Las niñas, pues, lejos, lejos de todo eso, lo más lejos posible de su dolor.

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