Opinión

Los ejemplos de Patricia y de Stephen

Esta última semana ha estado marcada por dos acontecimientos  que, aisladamente, sin ninguna relación entre ellos,  constituyen un claro referente  de un comportamiento  ejemplar de dos personas, un hombre y una mujer,    que  dignifican la condición humana y que nos dan  motivos para pensar  que tal vez,  algún día, podamos aspirar a  un mundo mejor.

1) Stephen Hawking,  el admirado científico inglés,  recientemente fallecido a los 76 años y que  ha sido  merecedor de  elogios y premios en todo el mundo, entre ellos,  el Príncipe de Asturias de la concordia,  por su labor científica. Pero lo que  más admiro  de este hombre, por encima de sus indudables méritos intelectuales,  es  su condición humana, sus ganas de vivir, su  manera de  entusiasmarse con  proyectos inverosímiles,  como el de subir al espacio, tal que fuera  un niño con mucha imaginación, y todo ello, postrado desde hace décadas  en su silla  de ruedas  ultra mecanizada,  víctima de esa triste enfermedad  que va mermando paulatinamente  todas las facultades, excepto, en  este caso, su increíble cerebro, que le ha permitido llegar al final de sus días con todas sus facultades intelectuales intactas.

La naturaleza tiene estas cosas;   igual se inventa   una enfermedad  que te deja gilipollas intelectual para el resto de tu vida,  permitiendo en cambio seguir moviéndote y  hacer una vida físicamente normal,  como al revés;  donde te va dejando poco a poco fuera de combate,  sin fuerzas físicas que te impiden valerte por ti mismo  pero, como si de un capricho se tratara, dejarte  un cerebro intacto  y , como el de Stephen,   prodigioso.  Qué cosas tiene la naturaleza, el creador , o el que Vd. opine  que ha organizado este  “tifostio”  donde habitamos,   como  para perder el tiempo en prisiones perpetuas revisables u otros inventos  justicieros,   cuando vivimos en un mundo injusto por naturaleza que no quiere saber nada de juicios, penas, indultos, lástimas, compasiones, premios ni castigos. 

2) Patricia Ramírez, esa  increíble madre andaluza,  imagen moderna de la Dolorosa, que ante la dramática muerte de su hijo Gabriel, no tiene palabras de odio ni de venganza contra la asesina de su hijo, pidiendo únicamente compasión y olvido porque su hijo ya está para siempre con sus peces y la bruja mala ya no existe.

Son dos episodios distintos y distantes, casualidades de la vida que los ha hecho coincidir en el tiempo, pero son dos ejemplos de comportamientos sublimes.

Uno;  porque en  las condiciones  a las que su  despiadada  enfermedad lo condenó, la gran mayoría de los humanos se  dejaría de pensar en proyectos y se deprimiría,  esperando la muerte con resignación cristiana o de la otra, cuando no provocándola, como nuestro recordado paisano Ramón Sampedro,  el inspirador de  “Mar adentro” , pero este  hombre, ateo para más cosa,   encima de no tener el aliciente de los creyentes  en una nueva vida, encuentra motivos para seguir viviendo intensamente cada mañana buscando las claves   de sus teorías sobre el origen del universo, el  big  bang y los agujeros negros,  a pesar de que lo  único que demostró es lo que ya sabíamos todos;  que no somos nada, y que, tal vez, la única respuesta a tantas incertidumbres esté en la muerte. Precisamente. 

En el otro caso; cuando  esa afligida  madre, Patricia, sospechando ya de que tenía cerca a  la asesina de su hijo, el pescadito, tendremos que reconocer que la gran mayoría de nosotros reaccionaría de una forma natural, simplemente, es decir,   al estilo de como lo haría una leona que le quitan  a su  leoncito   que está amantando, no sé si me explico, por eso digo que son dos comportamientos ejemplares,  los   de un hombre y de  una mujer,  que nos  dan suficientes motivos  para seguir  caminado por el angosto  sendero  de la   esperanza.

Te puede interesar