Algo parecido al VAR (videoarbitraje) que se impone en el mundo del fútbol para encontrar decisiones más justas en jugadas conflictivas, tendríamos que tener también en el campo de la política, y de la misma manera que se castiga a un jugador, o a un árbitro con no jugar, o no arbitrar, en dos, tres o cinco partidos, por haber hecho una falta grave, o cometido algún error garrafal, de la misma forma debiéramos imponer a un diputado, concejal o ministro, que no pudiera asistir a dos, tres o cinco debates parlamentarios, plenos municipales o consejo de ministros, por haber sido pillados en faltas, errores o chapuzas en el devenir de su actividad política, aunque en estos hipotéticos casos, supongo que seguirían cobrando igualmente sus dietas y gruesos salarios, dado la tradicional costumbre que impera en este privilegiado gremio, ya sean de izquierdas, derechas, centro, extremos o laterales, que encima le suben sus retribuciones en un tiempo en el que lo único que sube en nuestro sufrido país, es el paro, la miseria y la indignación.
En un reciente partido en el Bernabéu se constató con el VAR que el árbitro José Luis Munuera, había cometido varios errores, entre ellos, el no haber pitado un claro penalti a favor del Madrid. Seguro que su irregular actuación de aquella tarde en Madrid le va suponer a este hombre una suspensión de varios partidos con las consiguientes consecuencias económicas que esto supone, además de que pueda también repercutir negativamente en la exitosa carrera que llevaba en este complicado mundo del arbitraje.
Reconozco las dificultades de trasladar este sistema al mundo de la política porque, entre otras cosas, en poco tiempo nos quedaríamos sin protagonistas, dados los numerosos casos en que nuestros representantes políticos incurren en chapuzas y errores que les llevaría a estar ausentes, en Parlamentos y Ayuntamientos del país cumpliendo sus sanciones, por lo que podríamos encontrarnos con estas instituciones vacías.
Podrán decirme: claro, Vd., habla así porque no es político, y tendrán razón, porque en cierto modo, el VAR lo tendríamos que tener todos, porque los errores, chapuzas y mala leche, están presentes en todos los órdenes de nuestra la vida. “Errare humanum est” decían los latinos, es decir, esto viene de atrás, y por lo que se puede adivinar, la cosa, por desgracia, va a seguir, porque está visto que los humanos no aprendemos de los errores.
No solo es el error el problema, lo peor es la insistencia en el error. El tozudo Trump está tan convencido de que el muro en la frontera con México es la solución para frenar la llegada de inmigrantes, que no duda en poner en peligro la gobernabilidad de su país, sin darse cuenta que contra la naturaleza no hay barreras que valgan, y los movimientos migratorios los organiza la naturaleza cuyas leyes dictaminan que los seres vivos; racionales o irracionales, vertebrados o invertebrados , cuando no pueden vivir en un sitio, se van a otro, es así de simple, y si no entran hoy, entrarán mañana, porque esta gente lo que quiere es vivir y en USA, ya no digamos en Canadá, hay muchas zonas deshabitadas que, organizándolos e imponiéndoles la ley que no tienen en sus países, porque no vienen por la comida, vienen porque los matan o se matan entre ellos, podrían hacerlo.
Siempre hubo y habrá iluminados dispuestos a levantar muros, organizar revoluciones, guerras, alzamientos o procesos varios, convencidos de que sus propuestas van a conseguir la solución de todos los problemas, cuando en la mayoría de los casos, transcurrido un tiempo, se comprueba que fueron un error, un inmenso error.
También le gustaría levantar un muro contra los huracanes que cada año llegan a su país procedentes del Caribe, pero esto ni se le ocurre, sería muy alto, son fenómenos naturales, diría. Pues que sepa el Sr. Trump y sus socios, que el que organiza los movimientos migratorios que ha llevado a esta pobre gente a agolparse en sus fronteras, y el que organiza los huracanes del Caribe, es el mismo equipo que actúa bajo los mandos del mismo general.
