Opinión

Enterramientos y exhumaciones

Cuando los humanos empezaron a enterrar a sus semejantes a la hora de la llegada del final de sus días, dieron comienzo también las distintas interpretaciones y significados que tenía esta ceremonia, según la civilización, cultura y religión que afectaban al difunto, (o difunta, no sea que se molesten los deterministas de género, génera) . En nuestra cultura cristiana siempre ha estado presente el hecho de que la muerte no era más que un tránsito para la vida eterna por lo que las sepulturas estaban próximas a iglesias, basílicas y catedrales, incluso enterrándose dentro de ellas, como hacían sus patriarcas más notables….y Franco. “Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra…creo en el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén” Esta es la famosa oración, “el Credo”, que tanto rezamos en nuestra infancia.

La ventaja de la Iglesia Católica es que; a diferencia de otras religiones que se han quedado ancladas en el pasado y que resultan inviables, incomprensibles e incompatibles con el mundo actual, nuestra Iglesia ha ido evolucionando y conseguido hacer viable su práctica en los tiempos que nos ha tocado vivir, siempre que esté presente la flexibilidad, respeto, tolerancia, comprensión y , sobre todo, paciencia, mucha paciencia, que lo haga posible.

Hasta el año 1964, con el Papa Pablo VI, la Iglesia no autorizó la incineración de cadáveres tan habitual en otras culturas, dictaminando que la cremación no se oponía a ningún dogma de fe. Habrá que admitir que ha sido una pena que haya tardado tantos siglos en hacerlo ya que desde el año 1973, en el que se instaló el primer horno crematorio de nuestro país, en el cementerio de la Almudena de Madrid, la incineración ha sido una opción que ha ido en progresivo aumento, llegando, según leo en internet, a un 38 % en la actualidad, con ciudades como Málaga, Sevilla, Valencia o Zaragoza, rondando el 50%. En el plano internacional, países como Japón, alcanzan un nivel del 95 % y otros como Gran Bretaña o Dinamarca, el 75 % Es decir, es una opción que tiende a asentarse.

Tal vez, si esta alternativa hubiera comenzado antes, no tendríamos el contencioso que se avecina con la exhumación de los restos de Franco en el Valle de los Caídos y su posterior, y esperemos que definitivo, traslado a su nuevo mausoleo que, sea donde sea, seguro que dará origen a nuevos problemas. Una vez más nos encontramos con las dos Españas; la que quiere desenterrarlo, y la que quiere resucitarlo.

Nadie me lo ha pedido, pero aporto dos sugerencias al respecto: Una; si la familia Franco se pusiera de acuerdo, la alternativa de la incineración de sus restos, como práctica cada vez más habitual entre nosotros, sería una buena fórmula y contribuiría a lograr ese olvido que tanto necesitamos.

Dos; En el caso de que no acepten la opción anterior, sugiero que la elección del lugar donde reposarán sus restos que, sin lugar a dudas, traerá consecuencias de todo tipo, económicas, sociales, de orden público, etc., se haga por medio de una subasta pública (todo lo que se pueda resolver por dinero, que no es tanto como muchos piensan, mejor) entre particulares, asociaciones, fundaciones, etc., y que se los lleven a donde quieran los que más pujen , con la condición de que lo recaudado, se invierta en una ONG reconciliadora.

En unas recientes declaraciones del energúmeno de turno decía; la mejor solución, es dinamitar el Valle de los Caídos, así, sin más, a palo seco, y no dudaba, tío. Tampoco dudó Franco en el 36, ni Hitler cuando invadió Polonia, ni Sadam, cuando hizo lo mismo en Kuwait, ni Gadafi, ni, ni, ni…. pero tal vez todos nos felicitaríamos de que hubieran dudado un poco, solo un poco.

Te puede interesar