Opinión

La chapuza nacional

Cuando vas a una oficina, taller, hospital o mercado, no juzgas al mecánico, médico o comercial que te atiende por si es de derechas, de izquierdas, de frente o de costado; si le gusta el fútbol, los toros o la pesca submarina; si es sindicalista, nacionalista o independentista ; lo juzgas por la forma en que te atiende, si lo ha hecho con diligencia, educación y respeto y, sobre todo, si te ha reparado bien tu coche o tu ordenador, por lo eficiente que ha sido en la gestión, por lo ajustado de su factura o porque haya sabido curar tu dolencia.

Yo no sé nada de protocolos de seguridad, pero cuando ves que una hebilla de un cinturón simulando una granada, después de haber sido detectada en una maleta al pasar por el control de equipajes como algo sospechoso, pueda viajar tranquilamente en un tren AVE, aunque llevara de verdad un potente explosivo, al mismo tiempo que origina el desalojo de la estación de Sans en Barcelona, y al cabo de dos horas se monte el mismo número en la de Atocha de Madrid por idéntico motivo, habiéndose comprobado ya en origen que era una falsa alarma, tendremos que admitir que estamos ante lo que podemos calificar perfectamente como una auténtica chapuza.

Ya sé que en todos los sitios hay ejemplos de actuaciones irresponsables, pero nosotros vivimos aquí, en nuestro país, y tendremos que admitir que ahora se producen más fallos, y entre la gente que no solía fallar y que nos permitía seguir viviendo; los que están en el tajo, al pie del cañón, los que dan la cara, tal vez dejándose influir por la clase dirigente: Gobiernos, (todos), Ministerios, Tribunales, Consejerías, Universidades, etc, que estos sí, ya nos tienen acostumbrados a sus improvisaciones, rectificaciones, intrigas, corruptelas y demás actuaciones que nos dejan perplejos; como esta chapuza del Tribunal Supremo, admitida ( a trámite?)por su presidente, que al menos tuvo el detalle de pedir perdón, cosa inédita en la institución y que le honra, en una demostración de sensatez y humildad como nunca antes habíamos observado. Gracias.

Tratando de solucionar el problema surgido en el TS con los impuestos sobre las hipotecas, aparece el señor Sánchez, Presidente del Gobierno, con un discurso ingenuo, con cara de satisfacción, convencido de que había solucionado el problema. Textualmente dijo: “La compra de una vivienda es un gran plan de inversión pero, sobre todo, es un gran plan de vida que debe contar con seguridad jurídica, por ello, y tras conocer la decisión del TS les anuncio la decisión que tomaremos mañana en el Consejo de Ministros, que será que nunca más los españoles pagarán este impuesto y lo –paguen- (sic) el sector financiero” eso sí, “respetando la labor y la independencia del poder judicial”… que había dicho lo contrario el día antes. 

 Ese afán de pretender solucionar las cosas mediante decretos me parece de una gran ingenuidad. Por suerte o por desgracia, todos los impuestos, al menos los indirectos, los pagará siempre el que necesita algo, o el que quiera hacer algo, el que no quiera pagar impuestos tiene que estarse quieto, vivir en una isla desierta o en un campo al aire libre sin luz, calefacción, servicios, etc., desde el momento en que viaje, eche gasolina, ponga la televisión o encienda la luz, estará pagando impuestos, es así de sencillo. No se puede ir contra la lógica, contra las leyes del mercado o contra el libre comercio. Si un empresario vende un producto, el que sea; una casa, un coche, televisor, un libro o dinero, tendrá unos costes; lo que ha tenido que pagar por el producto más los gastos habidos para poder entregarlo al comprador , a los que tendrá que añadir, lógicamente, los impuestos que le exijan para la seguridad del negocio; tasas, aranceles, IVA, registros, etc,. , a partir de esa cantidad que resulte de la suma de todos esos conceptos, tendrá que añadirle los beneficios que su empresa necesita para subsistir. 

Esto será siempre así, y cuando no sea así, malo, será mucho peor, porque entonces los objetivos de esa empresa consistirán en financiarse a base de ayudas y subvenciones a cargo de los presupuestos y cuando los subsidios se terminen, se irán, como es el caso de Alcoa y vecinos.

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