Opinión

La O.R.U.

Para intentar lograr el entendimiento entre las naciones y evitar nuevas tragedias, se creó al finalizar la segunda guerra mundial, en octubre de 1945, la O.N.U (Organización de las Naciones Unidas). Desde su creación, este organismo ha intentado solucionar los conflictos que han ido surgiendo por todo el mundo, incluso interviniendo directamente con sus soldados, los “cascos azules”, en distintas campañas, sobre todo en Asia y África, pero no siempre han logrado los objetivos que se habían propuesto sus fundadores de lograr la pacificación en las zonas en conflicto, al contrario, son numerosos los fracasos, incluso,  sin llegar a intervenir siquiera en situaciones tan alarmantes como las que se está viviendo actualmente en Venezuela donde ni está ni se le espera, debido fundamentalmente  a los intereses que se juegan las grandes potencias y grupos económicos que contralan el mundo.

Como vemos, en el ambiente material, el del dinero, que al final es lo que se impone en todos lo contenciosos, es muy difícil entenderse. Tal vez merecería la pena intentarlo en el campo espiritual; creando, a imagen de la Organización de las Naciones Unidas, (O.N.U.) una asamblea que intentara lograr un entendimiento a nivel espiritual-religioso que podríamos llamar: la Organización de las Religiones Unidas, la (O.R.U), tratando de encontrar soluciones dialogando entre las distintas religiones y creencias, a este convulso mundo que nos ha tocado vivir en unos tiempos donde parecen resurgir los mismos síntomas que han llevado a la humanidad por el camino de la tragedia y de la sin razón.

El reciente e histórico viaje del papa Francisco a los Emiratos Árabes,  donde por primera vez, al menos oficialmente, se pudo celebrar una misa en un país musulmán, así como el que había realizado a Suecia hace tres años, con motivo de la conmemoración de los 500 años de aquel señalado día, 31 de Octubre de 1517, en el que Lutero clavó las famosas “95 tesis”  en la puerta de la Iglesia de Wittemberg,  criticando, entre otras cosas, la corrupción de la Iglesia de la época. En aquel viaje a Suecia el papa Francisco  celebró una misa conjunta con sacerdotes luteranos tratando de lograr  la reconciliación y el olvido de tantos años, más bien siglos, de estúpidas guerras y confrontaciones.

Otros viajes del pontífice por países “infieles” nos demuestran los grandes esfuerzos que está realizando nuestro actual papa intentando el entendimiento entre las distintas religiones cosa que debiera resultar más fácil que hacerlo a nivel político-económico porque al fin y al cabo, el objetivo fundamental de todas las religiones es conseguir una convivencia pacífica entre sus semejantes, aunque algunas no lo parezca. 

Ahora bien, en esa hipotética asamblea  permanente,   donde se debatirían los temas de índole espiritual-religioso, habría que dejar un espacio para los no creyentes en religión alguna,  porque, en primer lugar, son muchos,  y además,  lo primero que debe  tener cualquier tendencia, creencia o religión,   es respeto  a  los que no  creen en su dios, hacedor,  chamán o profeta,  ni esperan ir a ningún infierno ni paraíso,  ni encarnarse en ningún lagarto ni mariposa, esperan irse, desaparecer, extinguirse, simplemente,  como si tal cosa.

Pero la historia de las religiones es precisamente la contraria y  todavía quedan países en que se persigue a los que no practican la oficial porque sigue vinculada al poder político como pasaba en otros muchos en el pasado no tan remoto con  mayor o menor  intensidad,  que prefiero no mencionar ni recordar,  pero que afortunadamente  han evolucionado,  cosa que no ocurre en otros que, al contario, da la sensación de que han retrocedido a épocas de intransigencia y de barbarie renunciando a la evolución y a la cultura que han propiciado el distanciamiento de las demás especies que llamamos irracionales,  pero con las que compartimos nuestra existencia en el planeta Tierra.

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