Opinión

No se puede

Como contraste a la cansina matraca del “Sí se puede” que preside algunas manifestaciones a las que tan acostumbrados estamos a contemplar, y en ocasiones a soportar, tratando de conseguir por insistencia y pesadez lo que en muchos casos no les corresponde, tendríamos que admitir que en ocasiones, lo más adecuado es aceptar lo contario, es decir, admitir tranquilamente que no se puede, vamos, que, como decía el torero Rafael Guerra, lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. 

Unos veteranos, y tanto, participantes en el primer rally de Ourense de hace cincuenta años, entre ellos, José Pavón y un servidor, teníamos el proyecto, un poco raro, eso sí, hay que admitirlo, de que, si se daban una serie de circunstancias, estábamos dispuestos a participar en el próximo Rally de Ourense en plan de despedida. Todavía nos quedaba el ánimo y la afición suficientes para participar en este evento a sabiendas de lo sufrido, ingrato, competido y exigente que es este deporte donde, sobre todo si aspiras a estar arriba, tienes que exponer tanto que se puede decir que en esta historia de los rallys, no ganan ni los que ganan, no sé si me explico, ya no digo nada de los siguientes, pero todo se justifica por esa inexplicable pasión que tiene esta afición, adicción o como queramos llamarle, que consigue seguir atrapándote aunque te haya dejado tirado en los parajes más inhóspitos, como por ejemplo, en el Bourcet de los Alpes, a quince grados bajo cero en una noche cualquiera, de un mes de Enero cualquiera, de un año cualquiera. 

Con este fin, contactamos a través de mi querido amigo Manuel Luna, el que fue el ingeniero Jefe de homologaciones de Ford España desde el Ford Fiesta de 1976, con el departamento de prensa de esta marca de la que Reverter y yo, en distintas épocas, fuimos concesionarios en Ourense y Verín respectivamente. El jefe de este departamento, Victor Piccione, junto con Rocío y Carlota, se identificaron con este extraño proyecto de patrocinar a dos o tres equipos pilotados por otros tantos jubilados. La idea, hay que reconocer, era extraña, pero en el fondo podría tener esa cosilla, entre romántica, nostálgica y gilipollas, que lo hiciera atractiva publicitariamente, sé que lo intentaron, gracias, pero no.

¿Y qué pasó después abuelo? Pues lo normal, lo que era lógico, que no aprobaron el proyecto. Mira niña, en la vida te vas a encontrar con que vas a tener ideas buenas, malas y regulares, vas a tener proyectos en los que podrás tener éxito, y en otros en los que podrás fracasar y esto le pasa igual a los niños y a los mayores, tal vez esta idea no era del todo buena, hay que tener mucha moral para pensar que unos jubilados pudieran encontrar un patrocinio en este país cuando no lo encuentran los jóvenes, pero mira tú por donde, Pepe, fue lo mejor que nos pudo pasar, le hemos tirado un tiento, un envite, hemos dejado claro que estábamos dispuestos, preparados, bueno, más o menos, sin pasarnos, pero mejor nos quedamos en casa, menudo follón nos hemos quitado de encima, compañero . Los jubilados somos un poco como el ejército, saben que estamos aquí, que pueden contar con nosotros, estamos listos, dispuestos, esperando, oteando, pero si no intervinimos, mejor.
Así que amigos, adiós a los rallys de la Tierra, se acabaron las cuentas atrás, cuatro, tres, dos, uno, ¡Cero! Si tal, el próximo rally lo corremos entre las galaxias, cuando lleguemos nos inscribiremos en la escudería Ourense espacial que sin duda habrán fundado ya los Reverter, Leal, Giao, Xosé Posada, Manuel Murias, Antonio Albacete, Bernard Tramón, “Oso” Jiménez y tantos otros que ya no están y que nos acompañaban en la salida de aquel primer Rally de Ourense, hace ahora cincuenta años. No más.
 

Te puede interesar