Opinión

La variante exterior, y tan exterior, del AVE en Ourense

En un reciente viaje por tren a nuestra ciudad recordé el viejo debate sobre la entrada del tren de alta velocidad a la estación de Ourense-Empalme. El nuevo trazado transcurre próximo al actual hasta la estación de Taboadela, a partir de aquí surge el debate de si el nuevo trazado debe seguir por donde lo hace actualmente, o bien por la llamada variante exterior a través de túneles y puentes sobre los ríos Lonia y Miño, nada menos, hasta enlazar con la línea de Monforte. Pasando la estación de Taboadela, dirección a la de Ourense, nos encontramos con que ambos trazados, el actual y el nuevo, coinciden en la llamada "recta de Seixalbo" es decir, hasta este punto no hay conflicto. Pues bien, en el viaje de regreso apunté los tiempos del tren actual: Sale el Alvia nº 4584 con dirección a Madrid a las 10,31 horas del día 19 de noviembre. Según indica el marcador del interior del vagón, arrancamos a la suave velocidad de 30 km/hora en el tramo que transcurre paralelo a la avda. de Marín, entra en el viaducto a 55 km/hora, estamos ya sobre este panorámico puente por donde llevan circulando todo tipo de trenes sin novedad desde el año 1948. A las 10.34 entramos en el túnel a 80 por hora, a las 10.35 pasamos por la estación de San Francisco, a las 10.37 llegamos a la mencionada recta de Seixalbo donde el Alvia alcanza ya los 100 km por hora, a las 10.38 pasa frente al Polígono Barreiros y a las 10.42, por la estación de Taboadela a 95 km. hora.

Es decir, el tren actual Alvia, a esta prudentísima velocidad, llega al punto de conflicto, donde coinciden los dos trazados, en la recta Seixalbo, en seis minutos. Surge la primera pregunta. Si esto lo hace el tren actual que no es el AVE. ¿En cuánto tiempo lo hará el nuevo tren, sobre todo si hacemos una pequeña, y diría que sensata obra, para suprimir las dos curvas y tal vez soterrar las vías entre la citada recta y la estación de San Francisco? No creo que fuera aventurado responder que lo podría hacer en la mitad de este tiempo, es decir, en tres minutos. Entonces surge otra pregunta ¿En cuánto tiempo lo haría por la variante exterior que lógicamente es más larga y que al cruzar el Miño y enlazar con el trazado de Monforte se va a encontrar con una curva de un radio muy similar a la célebre de Angrois (vean el plano en Google, por favor) por donde tendrá que ir forzosamente despacio?

Además. ¿Por qué prescindir de la bonita y céntrica estación de San Francisco que en caso de emergencia, por sabotaje, misil o vecinos, podría servir para que la ciudad siguiera teniendo servicio? Aparte del impacto ambiental de los túneles y de la brutalidad de un puente sobre la playa de Oira, además de otras consideraciones de despilfarro económico. ¿En cuánto se podría valorar la pérdida para siempre del impacto publicitario que supone la fabulosa panorámica de la ciudad desde nuestro viaducto actual? Intereses particulares al margen. ¿No creen que es un tema que los ciudadanos, y no dos o tres, como de costumbre, que además suelen tener interés en que las cosas vayan por donde les conviene, debiéramos debatir antes de que sea tarde? En esto debiera consistir la democracia, no solo en elegir cada cuatro años a quienes puedan vivir opíparamente en ese período de tiempo del presupuesto nacional. Y por último ¿No se podría esperar un poco a gastarnos esos 600 millones de este tal vez prescindible “obrón” y aplicarlos a otras obras más necesarias? Porque no olvidemos que, a pesar de todos los técnicos y de todos los cálculos, (un poco más de técnicos y de cálculos, y lo llevan por Os Peares) la línea recta seguirá siendo la distancia más corta entre dos puntos. Vean los planos por favor, y me cuentan.

 

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