Opinión

Violencia de todo

Violencia de género, doméstica, pasional, machista, política, separatista, digital, racista, taxista, escolar, juvenil, senil... violencia total, violencia de todo, hasta la de aquellos dos viejos, bueno, en la noticia les llamaba ancianos, no sé lo que será peor, que se lían a navajazos en una residencia de Lugo por una partida de dominó. ¡Jesús!

Cuando fallan las bases en las que siempre se ha fundado nuestra civilización, es decir, cuando quiebran las leyes, la moral o la educación; no importa el orden, con cualquiera de las tres puede funcionar la convivencia que tradicionalmente hemos logrado alcanzar, al menos en grandes períodos de tiempo, se sustituyen automáticamente por otras bases, por otras leyes; seguro que ya sabe a las que me refiero.

Aquí sin leyes no estamos ni un minuto, cuando no nos entendemos con nuestras normas, la naturaleza está preparada siempre para aplicar las suyas y éstas, ya sabemos que no se andan con chiquitas; al que no las cumple, al que se salta la ley de la gravedad, de la inercia o la centrífuga, por ejemplo, ya sabe lo que le espera, se le va a castigar irremediablemente , incluso con la pena de muerte, que para la naturaleza sigue vigente y no admite súplicas, indultos ni recursos y la aplica todos los días, en muchos casos, sin que sepamos siquiera por qué culpas ni motivos, es así de dura, caprichosa y arbitraria la señora, al menos de momento por aquello de los genéricos, naturaleza.

Cuando no sabemos comportarnos con las normas de la ciudad, inmediatamente entran en vigor, sin aviso ni publicación alguna, las leyes de la selva. Ya nos hemos acostumbrado a ver cada día en los telediarios como esa gente; jóvenes o mayores, hombres, mujeres y niños, arriesgan sus vidas caminando por carreteras sin final, o embarcándose en frágiles pateras, huyendo de los países donde nacieron y crecieron porque allí han dejado de funcionar las leyes que habían hecho posible la convivencia durante mucho tiempo, dando paso a la violencia, el vandalismo y finalmente, la guerra. 

Pero ahora, al desaparecer aquellas leyes, ya solo quedan las naturales, es decir, las mismas que permiten seguir viviendo allí a los monos, lobos, perros o gatos, pero con las que los humanos, estamos en inferioridad de condiciones, porque ya no es tan fácil de aplicar la ley del más fuerte, ley suprema de la naturaleza, porque puede ser que el más débil sea más inteligente, más hábil o más cabrón, o viceversa, no sé si me explico, ni los monos o gatos saben hacer zancadillas, poner bombas o manejar cuchillos o pistolas ni, sobre todo, predicarnos que merece la pena matar o morir en nombre de un ideal, de un dios, profeta, nación, parcela o club.

Pero con el tema de la violencia tenemos que andar con mucho cuidado porque el personal está muy susceptible y se puede liar la que no está en los escritos por hablar de machismo en lugar de género, de doméstica en lugar de no sé qué, y encontrarnos como en el caso de la campeona olímpica Ruth Beitia que al decir una cosa tan sensata como que debemos evitar toda violencia, ya sean hombres, mujeres o animales (para mí que se olvidó de las plantas que también tienen vida) pero que cometió el error de decir que todos somos seres humanos en lugar de decir que todos somos seres vivos que evitaría el problema .

Al final Ruth Beitia abandona la política y no me extraña, porque, por el camino que vamos, van a quedar únicamente los héroes o heroínas que de verdad sienten esa vocación de servicio a la comunidad, o los que únicamente ven en la política la mejor forma de ganarse bien la vida sin tener que hacer muchos esfuerzos. 

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