Opinión

Violencia "machoeconómica"

Por desgracia nos estamos acostumbrando a que las noticias sobre la violencia que habitualmente llamamos  machista o  de género,  abran nuestros telediarios y demás medios de comunicación con escalofriantes narraciones y fotografías de los últimos crímenes cometidos por las parejas o ex parejas  de mujeres de todas las edades  y   en muchas ocasiones con hijos de corta edad por medio y en  algunos casos formando parte ellos también de la interminable lista de  víctimas de esta triste y  dramática violencia que, por lo que se deduce del  trasfondo de las imágines  y narraciones que nos ofrecen de estas tragedias,  se puede observar fácilmente  que también el componente económico,  más bien su precariedad, tiene mucho que ver en todos estos dramas. 

No es lo mismo que te dejen sin compañía y sin piso,  a que puedas escoger entre irte  a navegar en busca de nuevos  horizontes,   o quedarte con la mansión del barrio alto, las tarjetas black de turno  y algún consejillo de administración.  No es lo mismo, no es lo mismo, aunque ningún motivo ni circunstancia jamás podrá justificar esta dramática lacra criminal.   

Quiero decir que si bien los nunca justificados  motivos sentimentales, familiares, sexuales y de toda índole  que pudieran , no originar, pero sí propiciar, estos desenlaces  afectan a toda la sociedad, muy pocos de estos delitos que llamamos machistas  se producen en yates, fiestas o grandes mansiones de la  “jet “, eso queda para las películas únicamente, en la vida real, en las ciudades o en el medio rural, el ambiente  que se respira  a primera  vista, muy superficialmente eso sí, y sin ánimo de rebatir cualquier otro razonamiento,  es todo lo contrario a la abundancia.

Sé que es un tema que puede dar lugar a la polémica,  pero lo único que pretendo es que cuando nos den las cifras de estas víctimas, no nos quedemos solamente con el término machista, la violencia económica lamentablemente  juega un papel   importante en la mayoría de estos sucesos.

Tal vez por el mal ejemplo que nos dan  las  altas jerarquías que nos gobiernan  con sus innumerables casos de corrupción,  la desfachatez con que consejeros y altos  directivos de muchas empresas, aunque estén arruinadas, no han dudado en entrar a saco en sus endeudadas arcas para asegurarse   liquidaciones y pensiones,  la llegada  de inéditos   para nosotros,   sistemas foráneos de delincuencia  económica,  así como  como la ausencia cada vez más de  los principios morales que por tanto tiempo sustentaron la convivencia en nuestro país, el caso es que han conseguido que  el dinero se haya convertido en la única obsesión para mucha gente que no repara en  emplear la violencia extrema  para conseguirlo.

Jamás nos podríamos imaginar que  en nuestros pueblos  donde las casas nunca estuvieron cerradas  para recibir a los forasteros con los brazos abiertos, estuvieran ahora vigilando a sus ancianos y solitarios  moradores porque hay  unos desgraciados y miserables atracadores que no dudan en apalearlos para conseguir  unos cientos  de euros.  Los que somos mayores, todos, incluso los que eran ricos, que eran pocos, pero los había,  supimos siempre  perfectamente lo que es la pobreza, incluso la miseria, pero siempre  hemos tenido claro lo que es la dignidad. Esta gente no.

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