Opinión

Volver a Galicia

Nunca sabremos si ha sido una decisión acertada la que tomamos el día que nos subimos a un tren, coche, avión o barco (excepto peregrinos y andantes  en modo Chicho Outeiriño, ya casi nadie lo hace caminando) y nos fuimos a otros lugares más o menos alejados del sitio donde nacimos. Tampoco sabremos nunca si nos hubiera ido mejor o peor con otra profesión, otras aficiones, o con otras compañías, lo dejaremos todo al albur de pensar  que ha sido el destino, o su equivalente para los creyentes, el que nos ha ido marcando el camino en la carrera de la vida y no tenemos otra alternativa más que aceptar lo que hemos tenido, conformarnos con lo que hemos conseguido, disculparnos por los errores cometidos y felicitarnos de que sigamos en carrera, sobre todo al comprobar cómo  muchos de los que nos acompañaron en la línea de salida, ya la han abandonado.

Tendremos que reconocer que nuestra existencia en este mundo ha dependido de una serie de circunstancias y casualidades en las que no hemos tenido mucha, más bien ninguna, intervención personal, ni arte ni parte, nos vinieron dadas, empezando por el hecho de nacer. Tal vez podamos hacer algo respecto al de morir; podemos elegir, dentro de lo que cabe, si no vivimos en una parte del planeta donde la miseria humana te lo impida, llevar una vida más o menos segura, viajar o estarse quieto, comer sano, beber, fumar, o no hacerlo, etc., pero respecto al hecho de nacer, debido al poco serio sistema de reproducción que la naturaleza ha asignado a la especie humana; empezando por obligarnos a participar en una carrera de espermatozoides en la que ni nos habíamos inscrito; tendremos que admitir que nuestra estancia en este mundo debiéramos tomarla con más tranquilidad y sosiego, teniendo en cuenta que los dos momentos más transcendentales de nuestra vida, esto es;  el comienzo y el final, son circunstanciales y entre medio;  respiras, comes, ríes, lloras, amas, odias, trabajas y tal vez pienses, medites, reces o aborreces. 

En el mundo que habitamos sabemos que hay especies que apenas se mueven y que toda su vida transcurre dentro de un pequeño radio y otras que recorren grandes distancias a lo largo de su vida guiados por el instinto en busca, fundamentalmente, de alimento y compañía. 
Entre los humanos, el principal motivo para que una persona decida dejar su lugar de origen y cambiar de aires, suele ser las perspectivas de encontrar una vida mejor en el lugar donde decides asentarte,  unas veces será más cerca y otras más lejos pero, sea donde sea, siempre nos quedará la nostalgia y el recuerdo del tiempo y lugar por los que dimos nuestros primeros pasos y tuvimos nuestras primeras sensaciones y experiencias. En función de la distancia y de las ocupaciones, procuramos volver a nuestra tierra, pero con el paso de los años va quedando menos familia, menos amigos y menos ganas de viajar, pero como le decía el otro día a un amigo al que le debemos una comida, y con el que nos hicimos una foto en Sanxenxo el verano pasado, tenemos que hacernos otra ahora,  para que podamos comprobar lo que nos hemos rejuvenecido  en este tiempo  y así, año tras a año, seguiremos pasándonos recíproca revista hasta que ya no podamos rejuvenecernos más en los veranos que nos queden. 

Mientras tanto va transcurriendo el estío acompañado del hastío entre naufragios, incendios, desafíos, amenazas, intrigas y comisiones de investigación de másteres esperpénticos para colgar en la pared. ¡Ay Señor Señor! Sabiendo que el verdadero máster te lo llevas puesto cada mañana y lo enseñas a todas horas desde que das los buenos días. ¡Una comisión¡ Queremos saber la verdad, aunque todos sabemos perfectamente lo que pasó, a pesar de que en este caso no tengamos el video.  Seguramente fue una casualidad, un encuentro en una presentación o en una fiesta, da igual, encantado de conocerte, me habían hablado mucho de tí. ¿Quieres hacer un máster?  No te preocupes, yo soy el director, mañana tomamos un café y me cuentas.

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