Opinión

Españoles, los primeros en liberar París

Rafael Gómez, de 94 años, es el único superiviviente de la siguiente hazaña: al final de la Segunda Guerra mundial, el 25 de agosto de 1944 los carrros de combate "Brunete", "Teruel", "Ebro", "Guadalajara", "Guernica", que el mismo comandaba, fueron los primeros en liberar París al frente de "La Nueve", la compañía de la Segunda División Acorazada del general Philippe Leclerc de Hauteclocque.

Lo hicieron a sabiendas y a propósito a la másxima velocidad que le daban sus blindados, conscientes de la oportunidad histórica de llegar antes que nadie. Se les había permitido llevar la bandera tricolor republicana -rojo, gualda y morado- bordada en sus uniformes y estaban orgullosos de ello. Saludaban con el puño izquierdo en alto como los seguidores del Frente Popular (1936-1939), formado por una coalición de las izquierdas en la II República Española.

Al día siguiente, el 26 de agosto de 1944, esta compañía heterogénea de republicanos españoles participó en el Desfile de la Victoria por los Campos Elíseos de París con el general Charles de Gaulle a la cabeza. En él tomaron parte, además de "La Nueve", la IV División de Infantería estadounidense -sin la cual nada hubiera sido posible-, la citada 2ª División Blindada francesa y la Resistencia.

Ahora, en esta primavera de 2015, los medios de comunicación franco-españoles, tras años de inadvertencia, en particular por parte de la prensa gala deseosa de afrancesar la hazaña, han vuelto a recordar todo esto con motivo del excelente momento de las relaciones bilaterales transpirenaicas y de la próxima visita de los reyes a París.

“LA NUEVE, MÍTICA"

Así, señalemos que en la acción de armas antes citada, tomaron parte de forma destacada reepublicanos españoles sobe todo anarquistas, aunque también socialistas y comunistas. Al frente de la misma se hallaba Amado Granell, a la sazón teniente del ejército francés y a la vez mayor de milicias del Ejército Popular Republicano que comandaba la brigada mixta, otro signo de la buena entente del momento. Los otros mandos llevaban apellidos españoles: Campos, Bernal, Fábregas, Royo, Pujol, Domínguez. Mandaba la legendaria "Nueve" -160 hombres, 146 españoles de los que sobrevivieron 16-, el capitán Raymond Drome que describía a los españoles, como "valientes, orgullosos y temerarios" que no aceptaban las órdenes "idiotas", según se consigna en un libro que publicó en 2008 la periodista Evelyn Mesquida y que ahora se cita abundantemente. Mesquida se quejaba de que los republicanos españoles de la II Guerra Mundial habían caído en el olvido pero estos días al fin se les recuerda.

A Rafael Gómez, Republicano de convicción, zapatero de oficio, quien le iba a decir que va a ser el rey de España el que le rinda homenaje por aquella acción y que también Francia le mostrará su reconocimiento. Tuvo una vida accidentada y extraordinaria, conoció el exilio, los campos de concentración, penurias, residió en Argelia, donde se casó y tuvo cuatro hijos y hoy se halla en Longolsheim, a las afueras de Estrasburgo, ciudad que Gómez también liberó en esa ocasión del final de la II Guerra Mundial colocando la bandera francesa en su ayuntamiento. En la actualidad no da importancia a la proeza que vivió según sus declaraciones a los medios de comunicación: “Terminó bien, se ganó y estamos contentos”, dice sobriamente.

UNA VECINDAD QUE DISTANCIA

Un mapa trazado por un cosmógrafo irónico había dibujado a ambas "provincias de la Europa", Francia y España, cada una en un extremo del globo. Según Baltasar Gracián (1601-1658), fue caso muy celebrado por todos. Este distanciamiento " tuvo mucho fundamento" como dice el autor de "El Criticón". Y todos sabemos bien que duró hasta hace poco y que aún quedan relentes. Pero, a todas luces, hay menos Pirineos como se subraya estos días con ocasión de la prevista visita de Estado del rey Felipe VI a París.

Dijo agudamente el historiador Miguel Artola en su día con una frase fulgurante son tres ideas las que pueblan la imaginación popular de los españoles: los moros, los franceses y la guerra civil. Es verdad que corresponden a los tres mayores acontecimientos que ensangrentaron el ruedo ibérico. Las tropas de Napoleón llevaron a cabo la única invasión extranjera que sufrió España por parte de una nación europea. La fiesta de la Comunidad de Madrid es el 2 de mayo y resulta significativo que el actual obelisco a todos los caídos en las las guerras españolas sito en la Plaza de la Libertad, fuera en un principio un monumento a los héroes del levantamiento popular contra los franceses en el que se podía leer "a los mártires de la Independencia Española, la nación agradecida", como rezaba la inscripción cuando fue erigido en 1840. Es decir, a Daoíz y Velarde cuyos restos se encuentran allí junto a los de otros héroes, víctimas de las tropas comandadas por el general Murat e inortalizadas por Goya en el famoso cuadro "Los fusilamientos de La Moncloa" que tuvieron lugar el 3 de mayo y en el que al genial pintor le basta una blusa blanca que contrasta con el oscuro pelotón de ejecución para resaltar todo el horror y la tragedia de la guerra e invasión. Hoy en día campa allí, en las afueras de Madrid, el Templo de Debod, salvado de las aguas de la presa de Asuán y regalo de Egipto, lugar de gran tranquilidad y si se quiere, símbolo de paz.

Después, Francia no entendió la Transición española, quizás porque no había en ella ni una sola idea francesa. Aunque el presidente Valéry Giscard d'Estaing tuvo la visión de futuro de venir a la proclamación del rey Juan Carlos en 1975, los franceses tardaron en comprender la urgencia española en resolver el ingreso de España en la entonces Comunidad Europea para afianzar la democracia y el peligro que suponía el terrorismo de ETA. La imagen de Francia en España cayó entonces por los suelos. El gran viraje se produjo en septiembre de 1984 con la concesión de las cuatro primeras extradiciones de etarras bajo la presidencia francesa del socialista François Mitterrand. Eso sucedió cuando las relaciones entre ambos países pirenaicos eran tormentosas, con altibajos. Ahora hace mucho tiempo que permanecen "au beau-fixe", como dicen los franceses con una imagen del tiempo atmosférico, es decir, son buenas, pasan por su mejor momento.

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