Opinión

Se mantiene unido el Reino Unido

Debería ser Escocia un país independiente? No, respondieron los propios escoceses por mayoría rotunda en un referéndum histórico. El dilema queda así zanjado para la generación actual: se mantiene el Reino Unido como hasta ahora, es decir, Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte como una tela de retazos. El realismo se impuso.

En una cita masiva con las urnas, dos millones de escoceses se mostraron partidarios de no cambiar las cosas y seguir como hasta ahora en una cita electoral de gran trascendencia tanto para Escocia como para toda Europa pues era la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que una nación pugnaba porindependizarse.

Para Escocia, Inglaterra y sus dirigentes, Alex Salmond y David Cameron, lo ocurrido en septiembre supuso un sobresalto mayúsculo.

Recordemos lo sucedido. De madrugada porque el decisivo voto se prolongó durante toda la noche, el ministro principal de Escocia y líder del Partido Nacional Escocés, Alex Salmond (59 años), reconoció la derrota pero subrayó que estos comicios señalan, por primera vez, que hay más de un millón y medio de escoceses partidarios de la independencia. Asumió su responsabilidad y anunció su dimisión para noviembre. El partido, el parlamento y el país podrán beneficiarse de un nuevo liderazgo, para el que hay un buen número de candidatos altamente cualificados, declaró en sus palabras de despedida tras veinte años consecutivos a la cabeza del SNP y de la nación. En realidad, finalmente Salmond había ganado de todas formas: triunfó el "no" a la independencia pero sus adversarios, asustados por el peligro de ruptura del Reino Unido, habían prometido que Escocia gozaría de mayor autonomía. Tenemos que seguir adelante como nación, el deseo de independencia no se extinguirá nunca, concluyó a pesar de su fracaso personal.

Salvando las distancias, podríamos definir a Salmond como una suerte de William Wallace pacífico y moderno, si cedemos a la comparación con el legendario héroe vencedor en la Primera Guerra de la independencia escocesa, que como recordarán los cinéfilos fue objeto de la película de Hollywood, "Braveheart", interpretada y dirigida por Mel Gibson, que contribuyó a recordar popularmente el espíritu rebelde e independentista del personaje. Ahora la bandera escocesa ha quedado a media asta.



LOS TEMORES DE CAMERON

El primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron (48 años), victorioso en el incierto pulso, que se jugaba su carrera política en esta votación, lanzó un ¡uf! de alivio. No es indudablemente un político hábil porque se metió en desafíos que nadie le pedía como el de la convocatoria del referéndum de independencia que ha estado a punto de estallarle entre las manos. Creyó que los escoceses no osarían separarse de la Gran Bretaña y planteó tan mal el delicado asunto que, en vísperas del resultado de la consulta, a última hora, tuvo que coger el bastón del peregrino y desplazarse a a toda prisa a distintas localidades escocesas como Glasgow y Aberdeen para implorar -tal fue su tono- encarecidamente a los votantes escoceses que no abandonaran el Reino Unido. "Si Escocia vota sí, iremos por caminos separados para siempre", advirtió dramáticamente poco antes de la crucial votación para poner de relieve lo que estaba en riesgo. No se juega con las identidades, las carga el diablo. El nacionalismo responde más al corazón que a la razón y un político avezado como él debería saberlo. Su error de cálculo estuvo a punto de ser fatal y provocó un movimiento de pánico en los líderes de los tres primeros partidos británicos, el laborista Ed Miliband, el liberal demócrata Nick Clegg y él mismo que se vieron obligados a publicar una carta conjunta prometiendo otorgar amplios poderes al Parlamento de Edimburgo si ganaba el no en el plebiscito.

Dicho y hecho. En su primera comparecencia desde Downing Street tras la consulta, Cameron se comprometió a avanzar en el traspaso de poderes: Escocia votará por separado en el Parlamento escocés en asuntos fiscales, gasto público y estado de bienestar, pero también podrán hacerlo Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Gran Bretaña se descentraliza.

El peligro de división del Reino Unido llegó a tal punto en estas semanas de septiembre que incluso, cosa insólita, intervino la reina Isabel II (88 años) aunque lo hiciera de forma neutral en apariencia. Los escoceses tienen que sopesar la decisión con mucho cuidado, comentó a la salida de un oficio religioso en una iglesia próxima a Balmoral, su residencia escocesa de verano. Después, en en sopesado comunicado elogió a los escoceses diciendo que "son capaces de expresar convicciones férreas antes de unirse con un espíritu de respeto mutuo y apoyo", tal como había pasado en la importante votación.



SE ACLARAN LAS COSAS

Líderes occidentales como el presidente de EEUU, Barack Obama; el secretario general de la OTAN, Anders Foggg Rasmussen, la canciller Angela Merkel, se felicitaron del resultado del referéndum escocés, "bueno para la Europa unida, abierta y más fuerte que defiende la Unión Europea", según aseguró su presidente, José Manuel Durao Barroso. Y la Bolsa de Londres y la libra esterlina recibieron con significativas alzas la noticia del rechazo a la independencia de Escocia en el referéndum del 18 de septiembre. Al dinero no le gustan las incertidumbres.

Así pues, Escocia - 5,3 millones de habitantes, 78.780 kilómetros cuadrados de superficie, más de 790 islas-, un tercio de la Gran Bretaña, no cedió al tirón independentista.

Cuenta con gran riqueza de petróleo en los yacimientos del Mar del Norte, un PIB (producto Interior Bruto) per capita y nivel de vida similares a los de Inglaterra. Posee señas de identidad propias, idioma, cultura, costumbres, territorio diferenciado, pero le faltaba para responder a la famosa definición de nación del historiador francés Ernest Renan (1823-1892) que sus habitantes expresaran la voluntad de vivir juntos en el futuro. Ha quedado claro con este plebiscito.

Con signos distintivos propios, escudo y bandera, consistente esta última en un aspa blanca sobre fondo azul, Escocia fue independiente hasta el Acta de Unión de 1707 con la que se integró junto con Inglaterra y Gales en el Reino Unido de Gran Bretaña. Casi tres siglos después, esta asociación ha sido puesta a prueba: resiste bien.

No obstante, el caso estuvo muy lejos de haber sido "elemental, mi querido Watson", como solía decir Sherlock Holmes, el famoso detective creado por el novelista escocés de Edimburgo Arthur Conan Doyle.

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