Opinión

Boato

Hubo un tiempo en el que el exbanquero y exconvicto Mario Conde era un ejemplo para los jóvenes cuyas hazañas se estudiaron en las facultades de Económicas y ahora en las de Derecho. Todo un ejemplo con pies de barro. Es de esperar que el futbolista Cristiano Ronaldo no acabe igual, que del ídolo deportivo que es, en el que se miran los jóvenes por su espíritu competitivo y por sus logros no quede eclipsado por cuestiones colaterales al deporte pero que derivan de él, como sus inmensas ganancias y el uso que les da. Aparecer luciendo un reloj de dos millones de euros parece un exceso, una demostración de opulencia de nuevo rico un tanto hortera que hace ostentación de su riqueza con, por ejemplo, una colección de automóviles de hiperlujo. Cada cual puede hacer con su dinero honestamente ganado y debidamente declarado a Hacienda lo que quiera. Pero de la misma forma que la economía tiene una función social, los deportistas de élite también la tienen. El boato, el fasto, el alarde y la pompa no son tan necesarios para que se reconozca el éxito personal. Y Cristiano Ronaldo lo ha logrado.

Te puede interesar