Suele afirmarse que sería preferible que aquellos que se dedican a la vida política hubieran hubieran trabajado en algo que no llevará aparejado moqueta y coche oficial, en el mejor de los casos, para no perder el contacto con la calle, con la realidad o con los negocios para saber de lo que hablan. Pero hay “aparatchiks” que además de no haber trabajado nunca fuera de los organismos de los partidos o puestos oficiales, y no pensar hacerlo en los próximos años porque tienen una prometedora carrera política por delante, además quieren adornarse con títulos universitarios y máster de actividades que no han ejercido nunca. Unos títulos que no necesitan para su trabajo político, porque las marrullerías de la política no se enseñan en las universidades sino en los pasillos de las sedes del partido. Si acaso pueden servir para las puertas giratorias. Pero las empresas en esos casos aprecian más las agendas que las titulaciones.
