Opinión

Exóticos

El deporte español sigue dando alegrías a la afición. Incluso a las aficioncitas, aunque todo suma para elevar la moral de un pueblo que quinientos años después de constituirse como nación continúa preguntándose de dónde viene y adónde va. Pero eso es otra historia. La cosa es que el equipo nacional mixto de curling ha ganado la medalla de plata en el campeonato mundial, un deporte típicamente de países muy al norte del hemisferio septentrional y que en nuestro país deben practicar algunos centenares como mucho. Esa medalla, como las conseguidas por Javier Fernández en otro deporte de invierno, el patinaje artístico, es un exotismo, una rareza deportiva difícil de explicar, o que solo puede hacerse con una tautología, curling es curling, lo que quiere decir que todo es posible, como ganar a Rusia en semifinales o pasarse por la piedra a Suecia. Bravo por los subcampeones. El riesgo es que los ediles vean en este triunfo un aliciente electoral y se dediquen a construir instalaciones para curling en los secarrales nacionales, como proliferaron los campos de golf en tierras de secano.

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