El ministro-presidente de Flandes, Geert Bourgeois, se encuentra dolido por el "acto muy hostil" que a su juicio supone la retirada del estatus diplomático de su delegado en España, André Hebbelinck, decidida por el ministro de Exteriores, Josep Borrell, harto de que el presidente del Parlamento flamenco, Jan Peumans, ataque y denigre la separación de poderes en nuestro país alineándose con los independentistas catalanes, a los que considera unos verdaderos demócratas, a pesar de saltarse las leyes, mientras que tacha de subdesarrollada a la democracia española. El Reino de Bélgica tiene un problema con los flamencos como el Reino de España lo tiene con los catalanes. Pero a estos independentistas flamencos que critican a España parece que les faltan arrestos para hacer lo que han hecho los independentistas catalanes, convocar un referéndum ilegal sobre la base de un derecho a la autodeterminación inexistente. ¿Qué haría Bélgica, ante un desafío secesionista de los independentistas flamencos que pasara de las palabras, y de las trabas a la formación de gobierno, a los hechos? Se admiten apuestas.
