Opinión

Gastronomía

Para un país solo hay una cosa más grave que desde afuera se ataque su integridad territorial, que se ataque a su gastronomía. Cuando el chef británico Jamie Oliver, propuso lo de la paella con chorizo estuvo a punto de generar un altercado diplomático entre España y Gran Bretaña que podía haber acabado con la retirada de embajadores. Ahora es Bélgica la que se ha levantado casi en armas contra la Comisión Europea que pretende acabar con la doble fritura de sus célebres patatas fritas. Aquí el dilema que se plantea es entre tradición y salud y los belgas han dicho que puesto que de algo hay que morirse mejor tras haber ingerido las patatas fritas hechas a su manera aunque produzcan cáncer. Los belgas, ya protagonizaron  en 2011 la “revolución de las patatas fritas” para obligar a sus políticos a que se pusieran de acuerdo tras más de 500 días sin gobierno.  

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