Opinión

Halloween catalán

Se puede conmemorar la muerte como una fiesta o como un rito macabro. O mejor, que cada uno afronte el recuerdo de los muertos como tenga a bien. Los ritos funerarios son una seña de identidad de muchas culturas y uno de los primeros síntomas de que en efecto se está ante una civilización con sus connotaciones religiosas. Luego vendrá lo de la contaminación o mestizaje o simbiosis de una culturas con otras y como unos ritos foráneos relegan a los autóctonos, que es lo que ha pasado con Halloween y la fiesta de Todos los Santos. Este año el mejor truco o trato se lo lleva quien ha afirmado en TV3 que: “Eso de la calabaza es un modelo copiado de cómo se celebraba todos los santos en Solsona y el Ripollet. Alguno debió pasar esta costumbre a Irlanda y de allí pasó a EEUU”. No se hable más. En este momento un sinfín de historiadores -”Historiador, tu patria te necesita”, que dice El Roto- se encuentran hurgando en los archivos para confirmar el periplo de las calabazas catalanas hasta Jack el Tacaño.
 

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