En Génova y en La Moncloa deben tener una hormona que administran a quienes van a declarar en juicios o en comisiones de investigación parlamentaria sobre la presunta corrupción del Partido Popular que les hace crecer. Vamos, crecerse. No es solo que se crezcan ante la adversidad que supone comparecer ante los jueces o la soberanía popular, sino que salen gallitos y al ataque como si se tratara de un trámite de amiguetes en el que van a ver quién es capaz de decir las cosas con más salero y en algunos casos cabría decir que con más desparpajo. Rajoy estuvo tan crecido que volvió a presentar una imagen virtual, plasmática, con las imágenes de su comparecencia captadas de una pantalla cuando se presumía que podría ser visto en cuerpo presente declarando ante un tribunal.
