Opinión

Memoria histórica

Tras la muerte el expresidente de Cuba, Fidel Castro, todos los obituarios, análisis, teorías, estudios y comentarios tenían como un denominador común destacar las ‘luces y sombras’ de su largo mandato y el carácter histórico de su figura a los largo de los últimos cincuenta años. En un último acto de lucidez Fidel Castro habría pedido que no se le dediquen calles, ni edificios, ni se le levanten estatuas. Todos los dictadores han puesto un especial énfasis en el culto a la personalidad y se han dejado querer con estos homenajes para afianzar su poder y su legado. Luego, cuando se ha recuperado la democracia llega el momento de derribar estatuas y cambiar el nombre de las calles. Fidel ha querido ahorrarles ese trago a los cubanos y ha resultado ser un adelantado de la memoria histórica que vivirá la isla.

 

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