Opinión

Sesión sin control

Cada miércoles, cuando corresponde, se cumple la liturgia de la sesión de control al Gobierno con tres preguntas a Mariano Rajoy por parte de los portavoces parlamentarios. Jamás pensó que en una situación de minoría y con los problemas pendientes de resolver, estas comparecencias iban a ser tan plácidas. Al portavoz socialista se le nota que tiene ese escaño alquilado y que no es en propiedad y que le pesa la traición. El líder de Podemos quiere ser agresivo pero se queda en un lindo gatito y lo que dice no es más que una sarta de lugares comunes en lugar de salirse del guion y preguntarle por la bronc a que le echa Bruselas por la temporalidad y la desigualdad. Puede que Rajoy no respondiera y se atuviera a la pregunta reglamentaria pero habría quedado en evidencia. O mejoran los portavoces o habrá que cambiar al nombre de sesiones sin control.

Te puede interesar