Opinión

No es cierto, no es cierto

No es cierto que recordar es volver a vivir,  como decía aquel viejo cantar de nuestra juventud,  porque en estos momentos de final de trayecto se me están  amontonando  los recuerdos, tú, mientras veo que me estoy muriendo poco a poco, mi querido amigo Moncho.  Más o menos, con estas  entrecortadas y pausadas palabras  salidas por el resquicio de la mascarilla de oxígeno que le ayudaba a respirar con dificultad  en aquel hospital de Madrid una fría mañana de este seco y griposo invierno,  se despedía de mí  hace unos días un viejo amigo.  Cuantos recuerdos, recuentos,  viajes, navegaciones,  travesías,  proyectos  e  ilusiones quedaban  atrás, al mismo tiempo que  debemos  admitir resignados,  pero sin reproches ni acritud ,  que a ciertas edades no hay que dramatizar  demasiado estas despedidas. Según los médicos fue una muerte natural,  es decir, llega un momento en que lo natural es que te mueras, lo raro y antinatural  sería el que no te toque dentro del tiempo estipulado y previsible,  es pura estadística;  el que lo hagamos recordando, será inevitable siempre que la cabeza nos siga respondiendo  hasta el final,  y entonces volverán a tu mente  con nitidez  los momentos de la  niñez, adolescencia, juventud y madurez que han marcado  tu existencia en este mundo.

Nuestra generación creció pensando que eran verdaderas ciertas cosas que el paso del tiempo  nos demostró que eran falsas,  pero me temo que algo parecido va a seguir pasando  en todos los tiempos y a todas las edades,  porque los humanos siempre nos pasaremos la vida buscando la verdad,  pero al final nunca sabremos con exactitud los límites entre la verdad y la mentira, como nunca sabremos si ha sido mejor irse o quedarse,  ser de derechas o de izquierdas,  de mar o de montaña,  conservador o progresista, de ciencias o de letras,  defensa o delantero,  creyente o agnóstico,  pero lo que sí tendremos  que  admitir  es que hay caminos por los que no debiéramos  transitar;  amistades, amores, religiones o patrias por los que algunos han encontrado justificación para blasfemar, insultar, luchar, morir o matar,  pero que para otros, para la gran mayoría , han sido motivo  suficiente  para haber  podido vivir dignamente,  respetando, creyendo, amando, trabajando y soñando.

No es cierto, no es justo, no hay derecho, no hay razón y similares negaciones han ido llenando  nuestra vida  desde que alcanzamos el llamado uso de razón, quisimos hacer un mundo mejor pero al final del camino vemos que todavía queda tarea,  mientras  que por ley de vida nos van llamando a los que vamos quedando  a  formar en otras escuadras y nos seguirán pasando lista,  como acaban de llamar a nuestro  conciudadano,  el catedrático de la Complutense,  Francisco Bobillo de la Peña, al que le sorprendió la muerte en un receso en Canarias con sus hijos,  cuando se disponía a disfrutar en Ourense  con su familia y amigos  de una merecida jubilación  después de una intensa vida intelectual  y política  como nos recordaban recientemente  en La Región, Maribel Outeiriño  y  José Luis Mondelo.

No es cierto, no es cierto, remedando al  “no es esto, no es esto” del amigo Ortega y Gasset y sus circunstancias. Nos pasamos la vida negando al mismo tiempo que  seguimos buscando  verdades pero se nos van escapando las respuestas a tantas incógnitas mientras vamos cubriendo las etapas que nos  puedan quedar  en esta carrera de la vida.

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