Opinión

¡Es que el amor lo cambia todo!

Como el mejor anestésico humano es el tiempo, siempre está la bendita hemeroteca para actualizar, recordar o mismo contrastar lo que ha sido y ya no es, las contradicciones y las incoherencias. Pero, para la ocasión, entra un sesgo por el medio, que la hemeroteca no contemplaba: ¡oh, el amor! entre los protagonistas. Si aquella oferta de la “nueva política”, en aplicarnos que el 15 de mayo del 2011 fue creado para la crisis, y siete años después -15 de mayo 2018- el político estereotipo salvador de la crisis se compra una mansión “a todo tren”, suponemos la asunción de un nuevo tiempo de bonanza económica. ¿Milagro económico, ya? ¡Qué más quisiéramos! Desgraciadamente para la gente de lo común, el pretendido pueblo, la crisis aún está revoloteando y los bancos no prestan hipotecas en esas inmejorables –rozando lo ilegal- condiciones económicas, como la conseguida por los políticos ahora enamorados. ¿O es que estamos ante un derecho de préstamo y no un privilegio, a una pareja de políticos que, no siendo casta, ahora está enamorada? Es que el amor verdadero es convivir cuidando muchos detalles. ¿O no?

Y qué decir de aquellos eslóganes políticos hechos doctrina anticapitalista: “No venimos a ser como la casta”, “no somos como ellos porque venimos a desalojarlos después de que estuvieran desahuciando por miles a nuestra gente, es no vivir como ellos, es parecernos al pueblo que nos eligió…” Son suficientes afirmaciones para exclamar: ¿qué fue lo que causó tal metamorfosis en el líder de Podemos? Y a mí se me ocurre, quizás una simple ocurrencia: el amor lo cambia todo. Es que el sentido del amor es amar sin medida, prescindiendo de todo lo demás. ¿A que sí?

Los que creemos en la política como el arte de hacer posible lo necesario y dejar de lado los populismos, que sólo predican lo que la gente desea oír, resulta suficiente el sentir de Charles Chaplin: “El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final perfecto”. Y es que pasó poco tiempo, sin necesidad de tener mando en plaza, para que el populista nos hiciera ver que el asalto al cielo fue posible, aunque se referiría al cielo terrenal, ¡ay el amor!; en el otro, el de allá arriba, no creen. Y ahora en vez de hacer política toca explicarse, rectificar o que las bases decidan. ¿Qué sucedió entre el 15 de mayo de 2011 y el 15 de mayo de 2018 para que, no perteneciendo a la “casta”, te concedan un préstamo en tan ventajosas condiciones? ¿O es que el pueblo, al que veníais de salvador, ya dispone de las mismas condiciones? ¿O será todo victimismo, en vez de aceptar que el amor todo lo cambió, y éste es más profundo y sincero que la pretendida querencia de vivir como a los que veníais a salvar…? Para el pueblo los deseos y nosotros, una vez el amor, las mejores condiciones. Es que el amor verdadero es algo que va más allá de amar las condiciones. ¡Fantástico!

¡Ay… la cantidad de variables que perturban la política!, antes, en el momento y después de lanzar soflamas, que haciéndole caso a Pío Cabanillas, en que “lo urgente es esperar”, queda aclarado el asunto. Ni necesidad de esperar mucho para saber lo que es la nueva política, el asalto al cielo… Esperemos, pues, por la nueva de “la nueva política”, sin que el amor interfiera. Pero ¿qué es la política sin amor?, en el caso que nos ocupa: promesas que dan gusto oír, continuar viviendo en Vallecas, ropa de Alcampo…, pero aparece un proyecto de familia con amor y todo va al tris. Las tornas se vuelven lanzas… Amar no es necesitar, es preferir. ¡Ahí estamos!

Y a mí me gustaría cambiar constantemente de vida, de casa, alimentación y hasta de piel. A los que venían a estar al lado del pueblo, de los administrados y ser como ellos… toman actitudes contrarias y acordes con la más vieja de las políticas… cambian también. ¿Qué cambió, para que cambiaran si son los mismos?; ahora aún son líderes, pero ya enamorados. Y eso conlleva reconversiones personales que la política no contempla. Y hasta cabe la real posibilidad, que siendo Galapagar la tierra del afamado torero José Tomás, se aficionen a los toros. El amor vence obstáculos y las plazas de tauromaquia siempre fueron lugares afines a mostrar parejas de alto status enamoradas… Resultado del amor, que sin él nada sería igual. El amor verdadero significa saber reconocer y asumir que las personas tenemos tantos defectos como virtudes. ¿Cómo van dimitir, si todo ocurre por un proyecto común lleno de amor? ¡Perdónales señor!, todo fue por amor.

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