Opinión

¿Y ahora qué...?

El problema no es que los socialistas no confíen en usted, el problema es que usted no es de fiar” (Pedro Sánchez). “No vengo a pedir su confianza, sino a pedir que nos dejen gobernar” (Rajoy). Estas frases pronunciadas por sus respectivos creadores, a mediados de septiembre, continúan teniendo vigencia un mes después y cuando ya sobrepasamos los trescientos días de un gobierno en funciones, aun sin uno de los actores. El primero en situación de fuera de juego ya no pinta -perdón, no pronuncia- nada; y el segundo intenta lo mismo que intentaba de aquella, que le dejen gobernar. Y dispone, para ello, de tres razones, a mi juicio: 1) porque ha ganado hasta en dos ocasiones las elecciones, cada cual con mayor respaldo, lo que denota ser el favorito de los españoles en las urnas; 2) porque la alternativa, con el intento de todos los demás para conseguir la investidura de Sánchez, fracasó; 3) nadie quiere terceras elecciones, ¡o eso dicen! Y, si me apuran, existe una cuarta razón, que además resulta de lo más patriota: la que se refiere a que primero se piensa en España y después en el partido, que exclaman much@s socialistas. Pero parece que todo lo expuesto pertenece al argumentario común. De ahí que me pregunte: ¿Y ahora qué…?

Como diría mi vecino, cuando alguien vale tanto para un roto como para un descosido, me “trae mosca”. Se refiere a que el portavoz con Sánchez -Antonio Hernando- sea el mismo ahora con la gestora; con lo cual la coherencia y credibilidad, en caso de la defensa de una posible abstención, van a quedar muy tocadas. Haber defendido el “no es no” con tanta vehemencia, no semeja que coherencia y credibilidad supongan valor añadido a una posible defensa de la abstención por el mismo portavoz. También es verdad que coherencia y credibilidad en política son lo que son… según versión del mismo vecino. Y a tiempo real, cuando estas letras estoy tecleando, sabemos que ”el PSOE retrasa su decisión final”; también que Fernández -presidente de la gestora- ya tiene el “sí” a la abstención del 60% de los barones. Y, me pregunto, ¡inocente de mí!, si ese 60% pertenece al grupo socialista del Congreso para poder propiciar directamente, con su voto, la abstención; o, si no es así, ¿dispondrán de agallas para obligar a los que están a que se abstengan? Por eso continúo con mi terca pregunta: ¿Y ahora qué? Y, ¡hay más!, continuar alargando esta interinidad sólo sirve para alimentar el populismo y el secesionismo. ¿O no? Entonces, ya somos muchos, de un signo y del contrario, que nos preguntamos: ¿Y ahora qué?

Lo cierto, por evidente, es que ya se han consumado tres “noes”: no a un gobierno de coalición, no a un acuerdo de gobierno, no a una abstención. Lo que se traduce en la situación que estamos soportando, un bloqueo sin visos de salida y que comienza a pasar factura. Y, después de todo lo expuesto, la contestación al “¿y ahora, qué?” es: abstención de todo o parte del grupo socialista, con la repercusión que ello supondría para su devenir… o terceras elecciones con la mente puesta en cuanto descenderían y que no supusiese tanto que el PP alcanzara la mayoría absoluta.

Mi consejo es respetar la querencia cautelosa de Rajoy: “No le demos más vueltas, la fecha importante es el 23 de octubre”, dijo, no sin repetir que hasta entonces “lo mejor que puede hacer es estar callado”. El “¿y ahora qué?”, hasta el 23O. Por eso yo siempre digo que “cuando hables procura que tus palabras sean mejores que el silencio”; y hoy le añado: hasta salir de cuentas.

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