Opinión

Todo listo para la catástrofe

Sequía, altas temperaturas, viento fuerte, fin de contratos en las brigadas forestales, retorno del puente festivo del Pilar. El contexto idílico y el escaparate perfecto para que los criminales incendiarios que campan a sus anchas por Galicia exhiban toda su capacidad de destrucción. Dos personas fallecidas, la mayor ciudad gallega cercada por el fuego, la principal vía de comunicación del sur con el exterior colapsada,  miles de conductores atrapados, viviendas incendiadas, pueblos desalojados... Han logrado, con premeditación y alevosía, dibujar una Galicia apocalíptica. Han matado a dos personas. Han sembrado  el terror y el caos con un alarde incendiario que ayer dejó a los gallegos una sensación de vulnerabilidad intolerable. ¿Para qué nos han servido tantos años de autodestrucción, de sufrimiento, de aprendizaje e inversión económica en la lucha contra el fuego, de intercambio de críticas y de lecciones, de reparto de culpas, de ensayos y errores? 

     Sólo en este fin de semana ha ardido el equivalente a la cuarta parte de la superficie quemada durante todo el año pasado. Cierto que no se pueden cambiar las condiciones de sequía, ni modificar las temperaturas ni parar el viento, pero sí se pueden prever las condiciones atmosféricas, como también se pueden anticipar e interpretar la situaciones de riesgo y, desde luego, se debe actuar con mucha mayor determinación y contundencia contra quienes buscan beneficio atentando contra la vida de los gallegos. De ningún modo pueden quedar impunes. Gallicia no puede consentir que sigan en la calle.

     Lo ocurrido este fin de semana es absolutamente inaceptable en un país desarrollado.   No se deben buscar más culpables que esos terroristas que disparan con fuego, pero sí cabe exigir soluciones contundentes. Galicia no puede verse de nuevo a tan pocos centímetros de una tragedia de magnitudes impredecibles.

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