Opinión

Una alternativa a la educación estatal

El gasto estatal en Educación en España ronda los 51.000 millones de euros anuales, de los cuales aproximadamente un 65% corresponde a la enseñanza primaria y secundaria, es decir, unos 33.150 millones. Si hacemos caso a las estadísticas, el gasto por alumno en este tramo académico sería de unos 4.140 anuales, a lo que habría que añadir lo que ponen las familias para la educación concertada y privada. Pero aun así, si ese dinero nos lo devolviera el Estado para que el ciudadano fundara sede cero un colegio a su gusto, pongamos por caso, de 12 cursos de enseñanza obligatoria, 4 clases por curso y 20 alumnos por curso, podríamos estar hablando de dar recursos para el funcionamiento de un colegio con unos 4 millones de presupuesto anual.

Esta es la filosofía del cheque escolar. Las familias tienen los recursos y deciden dónde gastarlos. Tienen la potestad de elegir a qué colegio quieren llevar a sus hijos y a qué colegio no quieren llevarlos. Por lógica, serían los centros educativos quienes tendrían que adecuar su oferta curricular a las preferencias de los padres y no el revés, como sucede ahora. De otra manera, se quedarían sin “clientes” y tendrían, o bien que cerrar, o bien adaptarse a sus gustos, tal como sucede en la lógica comercial normal.

Si existiera un grupo de familias lo suficientemente amplio con unas preferencias afines hacia un modelo concreto de educación, no duden un momento en que habría un colegio que se adaptaría con rigor a tales preferencias. Si fueran muchas más familias las que aspirasen a ese determinado modelo, demasiadas como para que un solo colegio pudiera admitirlas, tampoco duden un momento que un segundo, tercer o cuarto centro escolar adaptarían sus modelos para parecerse a aquél que tiene más demanda. No sólo eso, si no que entre los cuatro, se establecería una competencia para ocupar el primer ranking de demanda, siendo esta circunstancia un elemento esencial en la búsqueda de la excelencia y la mejora continua. 

Con los mismos recursos que ahora nutren la educación estatal planificada, ustedes podrán aspirar a poder llevar a sus hijos al centro educativo que desearan, cambiarlos si las expectativas no fueran las esperadas, optar por cuadros de profesores profesionales, bien pagados y motivados, sujetos también a evaluación periódica, que propicien el amor y no el odio hacia las materias, que el segundo idioma sea una realidad, que la expresión oral y el manejo del español sea una obsesión, que se fomente la afición a la cultura con mayúsculas, la alimentación, el escenario digital, el deporte, la economía real y los valores del esfuerzo, la libertad y el amparo de nuestro modelo de civilización. Por poner un ejemplo.

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