Opinión

Entre el temor y la esperanza

Al margen de quienes hoy, tras el resultado de la moción de censura, consideran probada la llegada del apocalipsis, blanden sus sentimientos de odio irrefrenable o de alegría desbocada, los ciudadanos que conforman la llamada mayoría silenciosa de este país se están debatiendo entre el miedo y la esperanza.

Es lógico. Los acontecimientos que protagonizan la actualidad -sentencia con gravísimas penas de la Gürtel y consecuente moción de censura a Rajoy- se han producido en un lapso tan breve que han cogido a la ciudadanía totalmente descolocada. Si a esto le sumamos el hecho de que el recién estrenado presidente cuenta con un número escasísimo de escaños, y que gran parte de quienes le han apoyado en la moción pertenecen a partidos independentistas, el miedo a que, para poder gobernar, Sánchez tenga que entregarse al separatismo resulta inquietante. Pero la desconfianza surge, sobre todo, frente a un líder que ha cambiado demasiadas veces de opinión.

Pero también es cierto que la sociedad, cada día más hastiada por la corrupción, harta de que el Gobierno de Mariano Rajoy haya aprobado leyes profundamente atentatorias contra las libertades como la llamada ley "mordaza", desatendido apoyos a la igualdad de género o a la lucha contra la violencia machista, aumentado las diferencias salariales o presumiendo de una disminución del paro a costa de la creación de empleo precario, experimente ahora una mezcla de alivio y temor a partes iguales.

Por ello, para dilucidar sobre el camino que comienza a caminarse, al menos deberíamos, como se ha hecho siempre con todo nuevo presidente, otorgarle el respiro de esos clásicos cien días de rigor.

Pedro Sánchez no va a dar un giro de 180 grados a su postura sobre el separatismo catalán. Ni quiere, ni puede. Entre otras cosas porque hacerlo supondría su más absoluto descrédito. Y pondría en bandeja a Ciudadanos la mayoría absoluta, cuando lo que busca desesperadamente es reconquistar el voto perdido. Podrá, eso sí, tratar de ganar voluntades, sobre todo entre los separatistas de nuevo cuño, emprendiendo una etapa de diálogo político con Cataluña y haciendo concesiones como la aproximación de presos a sus lugares de origen, o propiciando modificaciones en el Estatut. Pero nada parecido a la aceptación del tan traído y llevado derecho a decidir. Procurará el diálogo pero dentro de la Constitución.

En el poco tiempo de que dispone y con sus escasos apoyos parlamentarios, tendrá que recurrir al decreto ley para poner en marcha medidas sociales de alto rédito popular que atraigan a esos votantes de Podemos que abandonaron al PSOE. Como dotar de fondos a la desabastecida Ley de Dependencia, aumentar la partida en el pacto contra la violencia machista, consolidar la subida de las pensiones y destinar otras partidas de los presupuestos a Sanidad y Educación precarizadas por el Gobierno de Rajoy. Solo así podrá lograr su propósito de mejorar sus resultados electorales que hasta el viernes eran tenebrosos.

Te puede interesar