Opinión

Vender en el exterior, una necesidad

Con la excepción de las producciones de un gran peso, como los cereales, y otros de menor volumen como las oleaginosas, el tabaco, el algodón o la remolacha en la agricultura y la leche en las producciones ganaderas, la realidad es que la actividad agraria, en la mayor parte de las producciones más importantes, puede mantener sus niveles de superficie de cultivo y sus rendimientos gracias a los mercados exteriores. Las exportaciones constituyen hoy una salida indispensable para que siga funcionando el sector agrario frente a un mercado interior donde existe una demanda estabilizada. Vender fuera es, en muchos casos, casi la única salida que le queda a determinadas producciones para evitar nadar en excedentes y el hundimiento de los precios. Hay sectores donde se produce para exportar, porque hay mercados exteriores con posibilidades para asumir esas ventas y a buenos precios, mientras, en otros casos, hay que exportar irremediablemente, casi como sea y a cualquier precio parte de una cosecha, como el vino, para poder seguir produciendo sin que te coman los excedentes en los mercados

España, según los datos manejados por la industria de alimentaria es el país de la Unión Europea que ha tenido en los últimos años el mayor crecimiento hasta superar ligeramente en 2014 los 24.000 millones de euros con un incremento del 5,5% sobre la campaña anterior. El resto de los mercados comunitarios son los principales compradores, mientras mejoran las ventas en terceros países con cierto nivel de rentas. España ha sido en los últimos años el país comunitario donde se ha registrado el mayor crecimiento en las ventas en el exterior, lo que ha propiciado que nos hallemos ya casi a los niveles de los más de 26.000 millones exportados por los italianos, aunque lejos de los más de 40.000 millones de Francia que es un país la referencia alimentaria en el exterior. 

Hoy, la industria alimentaria constituye el segundo sector exportador más importante, solo por detrás de los bienes de equipo y por delante de la automoción y ha sido uno de los pocos que ha superado la crisis económica con unos niveles de producción y de empleo estabilizados. Esta importancia de las ventas ha provocado que el sector agroalimentario haya sido uno de los pilares de la reactivación económica. Los últimos datos manejados por Agricultura hablan de un volumen de ventas en el exterior por valor de más de 40.000 millones de euros frente a los 22.000 que suponían las ventas en el exterior hace una década.

A pesar de de los grandes avances que se han logrado en los mercados exteriores en lo que afecta a las ventas de la industria alimentaria, 24.000 millones y el resto, hasta los 40.000 millones, de los productos agrarios donde destacan los más de 14.000 millones de todas las frutas y hortalizas se trata de una política que requiere importantes mejoras para lograr una mayor presencia en los mercados frente a otros países comunitarios y sobre do, para lograr mayores ingresos con más diversificación y dando más valor añadido a una oferta que ya tiene calidad. En conjunto, tres serían los principales problemas a los que se debe enfrentar el sector agroalimentario en lo que afecta a los mercados exteriores de los que dos están en manos del propio sector. Uno, saber vender en el exterior productos de calidad excedentarios a precios más bajos. Dos, avanzar en la reducción de las ventas de graneles a terceros países y, sobre todo, otros países comunitarios que luego nos hacen la competencia con nuestros propios productos como sucede con el vino o el aceite. La venta de graneles no es la mejor salida para el sector agrario pero, sin renunciar a un aumento de las ventas de más producto envasado, hoy los mismos suponen un mercado que tampoco al que se pueda eliminar o demonizar en cuanto supone la salida de grandes excedentes. Un tercer problema al que se enfrenta en la actualidad el sector agroalimentario de cara a las exportaciones son las barreras fitosanitarias o de otro tipo, todas ficticias, que se imponen en terceros países para evitar la entrada de los productos españoles que hagan competencia a los suyos, donde destacarían los casos de Estados Unidos, Japón, China, Brasil, Australia, etc, mientras Bruselas abre más permanentemente sus fronteras. 

Gracias a las exportaciones y, a pesar de esas muchas barreras ficticias que frenan las ventas, hoy es posible mantener e incrementar superficies y producciones de frutas y hortalizas fuera de 

temporada con los cultivos bajo plástico y en el resto de los meses al aire libre o en invernadero. Según los manejados por la Federación Española de Productores y Exportadores, en el último ejercicio se vendieron en el exterior once millones de frutas y hortalizas por valor de 10.500 millones de euros. En conjunto, en España se puede hablar de unas producciones totales de unos 26/27 millones de toneladas de frutas y hortalizas de los que once serían de frutas, 14 de hortalizas y más de tres millones de toneladas de patata

Gracias a las exportaciones de vinos envasados y de graneles, es posible dar salida a unas cosechas record excepcionales de 53 millones de hectolitros y que cosechas de más de 40 millones de toneladas tengan salidas a los mercados en condiciones mejores de precios.

Gracias a la exportación, España ha seguido incrementando las superficies y producciones de aceite para duplicar las mismas en las últimas décadas y que, lejos de los arranques sigan aumentándolas tierras de olivar intensivo, con mejoras de estructuras en explotaciones y sistemas de regadíos. Nadie podía pensar que la exportación actual, con el record de 1,1 millones de toneladas, es superior a las producciones medias de hace poco más de una década.

Gracias a las exportaciones, España se ha convertido en colíder en la producción de carne de porcino en la Unión Europea con más de 3,5 millones de toneladas de las que un 40% se destinan a los mercados exteriores. Y, sin salir de la actividad ganadera, las exportaciones constituyen una salida clave para el mantenimiento y la mejorar de los mercados en ovino y vacuno con los países del norte de Africa y Oriente próximo como principales destinatarios.

Es indispensable seguir la vía exterior, aumentar ventas, sobre todo en productos envasados y de mayor valor añadido. Si la figura de Rafael Nadal como imagen de los alimentos de España contribuye a ello para los sectores de vino, aceite, aceituna y el ibérico, bienvenida sea, aunque poner su cara no haya sido barato.

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